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Toros de sombrero, Cebada en el ‘Gas’

Por Jesús Javier Corpas Mauleón, escritor y empresario

El bueno de Salvador García Cebada, que en paz descanse, era hombre de sombrero; y, al menos gorra, debiéramos llevar cuando se lidian sus reses para arrojársela en el arrastre. No muy altos, les cuesta llegar a los quinientos kilos por su sangre Núñez, que con Jandilla y Torrestrella (todo Parladé) los conforman. Esa moderada romana genera a este hierro dificultades en aras a los que sobrevaloran el volumen mientras ignoran la casta. Y de esta se cría abundante en La Zorrera, allá en Medina Sidonia. Por ello, llevan treinta Sanfermines, con seis premios Feria del Toro y cuatro trofeos Carriquiri.

Claro, las «figuras de mazapán» que decía la criadora de Veraguas en Prieto de la Cal, no quieren ver tampoco estos toros, que las de antes de los 90 sí mataban. Como la excepción confirma la regla, triunfaron con los Cebada en Pamplona David Mora y Talavante, ausentes los dos este año. Pepín Liria, un auténtico especialista, sí está anunciado, aunque con otra ganadería. Serán Octavio Chacón, Luis Bolívar y Juan del Álamo quienes el día 9 se enfrentarán a estos bravos.

Para su sorteo llegaron ocho Cebaditas, de los que dos son cinqueños. Bajaron del camión dos castaños, un castaño claro, un cárdeno, un cárdeno oscuro, un burraco y un negro. Todos con buenas hechuras y bien armados. La báscula subió hasta 570 kilos en Botijo, para descender a los 495 con Divertido y Muchacho. Es sabido que los orígenes Núñez están reñidos con el gran tamaño.

El año pasado, sacó de toriles una corrida difícil, con la que Juan Bautista y Javier Jiménez estuvieron profesionales, y Román le arrancó una oreja a su primero, que le había propinado un pitonazo en el pecho en la suerte suprema, que le mandó al hule. Aplausos conseguiría en su segundo, autor de las cornadas matinales, que salió a matar contra el criterio de la enfermería.

Durante aquel encierro, cuatro minutos de emoción, dos toros quedaron rezagados mandando tres corneados al hospital.

Una curiosidad, Muchacho ya estuvo en la monumental el año pasado. Otra, cuando José Tomás no evitaba las plazas de responsabilidad ni elegía tanto el ganado, cortó aquí en Pamplona un apéndice a un Cebada. O témpora o mores; « o tiempo de los moros», que traducía el castizo.

 

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