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Austria preside desde hoy la UE con un programa centrado en la inmigración

El Gobierno de Austria, formado por democristianos y ultranacionalistas euroescépticos, asume hoy la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea con un programa centrado en la lucha contra la inmigración y la seguridad.

Liderado por el joven canciller conservador, Sebastian Kurz, de solo 31 años, esta presidencia austríaca de la UE -la tercera después de 1998 y 2006- tiene como lema «Una Europa que protege».

Si bien su agenda de política europea -y también nacional- está dominada por la migración y la seguridad, el propio Kurz destaca en un mensaje de vídeo colgado en Twitter la digitalización de la economía europea y la integración de los países de los Balcanes Occidentales en la UE como otras dos prioridades.

Aparte de su cercanía geográfica y sus lazos históricos con los países de los Balcanes, Austria sigue siendo uno de los principales inversores extranjeros en esa región.

Al margen de estas tres prioridades definidas, la presidencia austríaca deberá tratar otros dos temas de máxima importancia: la negociación del marco financiero comunitario para el período 2021-2027 y la recta final de la salida del Reino Unido de la UE, prevista para marzo de 2019.

A pocos días de la presidencia austríaca, los líderes de UE acordaron la creación de centros para inmigrantes fuera y dentro del territorio europeo, donde se deberá determinar quién puede y quién no puede solicitar asilo.

Kurz, quien ante la falta de acuerdos europeos hasta ahora sigue impulsando medidas nacionales para frenar la inmigración, ha calificado este acuerdo europeo como una «nueva tendencia» en la política de migración en la UE.

El canciller, elegido el año pasado con un programa antimigratorio y contrario a una mayor integración europea, es uno de los líderes más activos a la hora de exigir una reducción de las llegadas de inmigrantes.

Esta línea dura frente a la inmigración dominará la presidencia europea de Kurz y de sus ministros ultranacionalistas, que se presentan como «mediadores» entre los países euroescépticos del Este de Europa y el resto del bloque comunitario.

El propio Kurz presentará su programa el 3 de julio en un discurso ante el Parlamento Europeo en Bruselas, mientras que la cúpula de la Comisión Europea, con el presidente Jean-Claude Juncker a la cabeza, visitará Viena entre el 5 y 6 de julio.

La presidencia austríaca organizará este semestre unos 300 eventos, entre ellos, 13 reuniones informales de ministros en diferentes ciudades del país alpino.

Para el 20 de septiembre está prevista una cumbre informal de jefes de Gobierno, que se celebrará en Salzburgo, centrada en «seguridad y la lucha contra la migración ilegal».

Al margen de endurecer las condiciones de vida en Austria para los inmigrantes y dificultar su llegada a la UE, el gobierno austríaco defiende una mayor subsidiariedad a nivel europeo.

Eso significa que la UE se centre en algunos ámbitos centrales de la política, como la seguridad, asuntos exteriores o comercio, y que devuelva a los Estados y regiones el resto de competencias.

Esa visión se enfrenta a las ideas de una mayor integración europea, defendida por la Comisión Europea.

Este no es el único roce entre Viena y Bruselas, ya que Austria se encuentra en el centro de un grupo de países -junto con Holanda y Dinamarca- críticos con un aumento de los presupuestos comunitarios para el período 2021-2027, tras el «brexit».

Además, Viena pondrá en marcha en enero de 2019 una polémica indexación (en su mayor parte, reducción) de subsidios para familias cuyos hijos viven fuera del país y que afecta sobre todo a europeos del Este que trabajan en Austria pero dejan a la prole en su país.

Viena pretende ahorrar así unos 100 millones de euros anuales, pero se enfrenta no solo a los países del Este de Europa, sino también a la Comisión, que considera la medida «discriminatoria» e «incompatible» con el derecho europeo.

El analista Paul Schmidt, del instituto austríaco de política europea OeGFE, explica en un informe publicado esta semana que estas disputas «evidencian el estrecho lazo entre política nacional y posturas europeas».

«Esto hará necesario un equilibrio en los próximos seis meses. Austria se representará como un mediador y probablemente dejará de formular directamente sus propias preferencias políticas», agrega.

«En todo caso, Kurz seguirá siendo fiel a su forma de fijar la agenda, orientada a la seguridad, la economía y sus propios resultados (electorales)», concluye Schmidt. EFE

Jordi Kuhs

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