Las declaraciones de los integrantes del cuatripartito que gobierna Navarra recuerdan la campaña electoral en la que obtuvieron el poder. En aquella campaña electoral, apenas se hablaba de una posible autodeterminación del pueblo vasco o apenas se dejaba ver la famosa ikurriña que tanto utilizan ahora como símbolo del pueblo al que dicen pertenecer.
Ninguno podrá negar que, en su foro más íntimo, lo que sucede en Cataluña y la declaración de independencia que se pudo ver que realizaba el presidente Puigdemont, es un deseo que una gran parte de los miembros del cuatripartito y del nacionalismo vasco tienen.
Negar que, aunque de forma larvada, no existe en Navarra un anhelo o un proceso de independencia por parte del nacionalismo es faltar a la verdad; negar que el “contagio” catalán si le sale bien al nacionalismo catalán, no va a ser la caja de pandora para el nacionalismo vasco, es no vivir una realidad.
Pero surge la pregunta, ¿qué pensará el nacionalismo vasco si el nacionalismo catalán no consigue sus propósitos?, ¿callará?, ¿o pedirá su proceso similar?
Si algo puede aprenderse de lo que está sucediendo ahora en este país es que no puede alimentar a aquellos que quieren destruirlo. Durante años se ha contado con los nacionalismos para gobernar España. Llega la hora de no contar con ellos y para ello, es importantísimo que no consigan llegar a Madrid. Urge una reforma electoral ya.
Vital, diría yo, si se quiere poner en su sitio y con su importancia nacional en el conjunto del Estad a los partidos nacionalistas. No pueden conseguir tanta representación en el Congreso de los diputados con tan pocos votos frente a los partidos de ámbito nacional. Habrá que dedicarle una profunda reflexión y análisis a este asunto.