Una vez más los jueces no adoptan medidas cautelares contra presuntos autores de tramas de corrupción. Esta vez les ha tocado al ex ministro de economía señor Rato y al presunto autor de la trama de las tarjetas black, señor Blesa. Hace pocas semanas tocaba a Iñaki Urdangarin y a su esposa Cristina, hermana del Rey Felipe VI. Y parece que no vaya a tocarles nunca a la familia Pujol que, pese a las evidencias culpables, nadie les mete en la cárcel.
Y es que el mundo de la judicatura adopta decisiones que, al más común de los mortales, causan sorpresa y cierto grado de enojo por no entender porqué este tipo de personajes parece librarse de todo, o por lo menos de una parte.
Los ciudadanos tienen la conciencia de que el corrupto entra por una puerta y, en una inmensa mayoría, sale por otra. Incluso, hay quienes niegan la mayor y no se resignan a tener que reconocer su culpa, aunque sea moral, solamente.
El ministro de Justicia, señor Catalá, hablaba estos últimos días, de cómo la justicia española, cumple y hace cumplir las leyes y es igual para todos. Casos como los arriba descritos, son la punta de lanza de un fenómeno que permite la impunidad para algunos y que sólo castiga al menos pensado.
Mientras esta situación continúe produciéndose, los ciudadanos seguirán desconfiando de la Justicia. Una Justicia que parece que lo es para el poderoso solamente. Se impone una reforma del poder judicial que acabe con estas situaciones. Esa es la tarea. Las excusas ya no valen.