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La AfD, el partido anti-Merkel que aglutina el descontento de derechas

La Alternativa por Alemania (AfD) se ha convertido en el aglutinante del descontento de derechas en Alemania, tras haber surgido como un partido en contra de la política de rescate del euro defendida por la canciller Angela Merkel.

El origen euroescéptico sigue en la esencia del partido, pero a ello, como se ve en su nuevo programa, se han agregado otra serie de elementos que lo acercan a la ultraderecha, aunque su manera de presentarse públicamente dista mucho de la que caracteriza a las agrupaciones neonazis.

En un comentario al congreso federal del partido el diario «Süddeutsche Zeitung» de Múnich sostuvo que hubo una frase que resume lo que es el fundamento de AfD.

La frase la pronuncio el copresidente Jörg Meuthen, quien dijo que quería «una Alemania distinta a la Alemania rojiverde contaminada por la generación del 68».

Hace once años que la coalición rojiverde de Gerhard Schröder y Joschka Fischer -ambos representantes de la generación del 68- dejó el poder en Alemania. Sin embargo, la marca que dejó en el país le parece tan grande a AfD que considera preciso apuntar contra ella sus dardos.

Schröder y Fischer desplazaron las coordenadas de sus respectivos partidos de la izquierda hacia el centro, lo que explica en parte el auge que tuvo el partido La Izquierda, que recibió a numerosos disidentes socialdemócratas y sometió a la socialdemocracia a una sangría de la que no se recupera todavía.

Sin embargo, paralelamente, se dio un desplazamiento de las coordenadas de la Unión Cristianodemócrata (CDU), desde que Merkel asumió la jefatura del partido, de la derecha hacia el centro.

Así como el desplazamiento del Partido Socialdemócrata (SPD) hacia el centro dejó en la orfandad ideológica a muchos de sus votantes tradicionales, la modernización de la CDU hizo que muchos conservadores dejaran de identificarse con la agrupación.

La AfD se revuelve contra el multiculturalismo -lo que se expresa en su rechazo al islam-, contra el pacifismo y el ecologismo y contra el feminismo y la exigencia de la corrección política, elementos que ve todos como herencias del 68.

Bajo Merkel, la CDU ha cambiado su posición casi en todos esos temas. No se habla de multiculturalismo, la palabra sigue teniendo una carga peyorativa para los cristianodemócratas, pero se asume como un hecho que el islam es hoy parte de Alemania. Eso es algo que rechaza la AfD, aunque con matices dentro de la agrupación.

En cuanto al ecologismo, Merkel ha asumido posiciones tradicionalmente verdes en la lucha contra el cambio climático y también en el programa de abandono de la energía nuclear. La AfD pone en duda el cambio climático y reclama prolongar la vida de las centrales nucleares.

En lo relativo al feminismo, la AfD ve como una derivación del mismo la nueva política familiar de la CDU, contraria a la que impero hasta la era de Helmut Kohl, cuando se consideraba a la mujer ante todo como ama de casa y se rechazaba la jornada completa en los colegios para facilitar su integración al mercado laboral.

En parte, la AfD quiere ser lo que fue la CDU hasta finales del siglo pasado, pero eso no le basta. También quiere -así lo ha fijado en su programa- que Alemania abandone la UE y la eurozona y, aunque al final se rechazo, en el congreso también hubo una propuesta que planteaba la salida de la OTAN.

Eso apunta a la que la AfD quiere ser un partido que se parezca a lo que fue la CDU de Kohl pero dejando completamente de lado su vocación europeísta para retornar a un nacionalismo que en Alemania ya sólo parecía ser de recibo en círculos abiertamente neonazis.

La AfD tiene de momento el impulso de los buenos resultados obtenidos en las elecciones regionales del 13 de marzo. Las encuestas apuntan a que también entrarán en el Parlamento federal (Bundestag) en las próximas elecciones generales.

Si eso se confirma, se dará lo que la CDU y su ala bávara -la Unión Cristianosocial (CSU)- habían querido evitar siempre a toda costa y que es la existencia de un partido democráticamente legitimado a la derecha de los llamados partidos de la unión. EFE

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