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El manifiesto por una Cataluña monolingüe

El manifiesto por una Cataluña monolingüe

El pasado mes de febrero, Ethnologue, la enciclopedia dedicada desde 1951 a los idiomas del mundo, publicaba su decimonovena edición. El catálogo recoge datos acerca de los 7097 idiomas actualmente existentes en nuestro planeta. Casi la mitad de esos siete mil idiomas son hablados por menos de 10.000 personas, lo que implica que desaparecerán a muy corto plazo.

De los restantes, solo 8 idiomas tienen más de 100 millones de hablantes, mientras que otros 84 tienen entre 10 y 100 millones.

Si nos fijamos en los idiomas con mayor número de hablantes nativos (es decir, hablantes que tienen un determinado idioma como primera lengua), nos encontramos con que el español, con 427 millones, es el segundo idioma a nivel mundial, por detrás del chino (que tiene 1302 millones) y por delante del inglés y del árabe (que cuentan con 339 y 267 millones de hablantes, respectivamente).

El español es idioma nativo, en mayor o menor proporción, en 31 países. Y el número total de hispanohablantes, incluyendo a los que tienen al español como segunda lengua, es de 517 millones.

De cada 15 habitantes del mundo, uno es hispanohablante. Y esa proporción irá creciendo en las próximas décadas, debido a razones puramente demográficas. Se espera que a mediados de siglo, uno de cada 10 habitantes del mundo hable español.

Viene esto a cuento del polémico manifiesto recientemente suscrito por 280 profesores, escritores y políticos separatistas para que el catalán sea la única lengua en una hipotética Cataluña independiente.

En primer lugar, el manifiesto deja claro que todas las apelaciones a la pluralidad cultural española, al respeto a la diversidad lingüística, no han sido nunca otra cosa que simples excusas de carácter temporal e instrumental. Mientras se apela al respeto a la pluralidad en España, se pretende eliminar esa misma pluralidad en las regiones donde hay un idioma cooficial. Lo que deja patente que el objetivo último de todas esas apelaciones a la España plural y diversa no es que se respeten los idiomas regionales, perfectamente respetados en nuestro régimen democrático, sino erradicar el castellano, como modo de erradicar la idea de España.

En segundo lugar, habría que aclarar que el manifiesto es una auténtica barbaridad, pero no porque el idioma español pueda sufrir por ello. Aunque los separatistas lograran erradicar a base de imposiciones totalitarias el castellano en Cataluña, la simple demografía nos dice que se tardaría menos de 6 meses en recuperar el número de hispanohablantes a nivel mundial.

En tercer lugar, los idiomas son instrumentos de comunicación, que la gente elige libremente y por razones de utilidad y comodidad. Poner los idiomas al servicio de una idea política implica, de una manera u otra, vulnerar los derechos individuales y supeditar los individuos a los territorios y a los proyectos ideológicos. Hace mucho tiempo que el separatismo se ha convertido en una máquina de denegación de derechos y libertades.

En cuarto lugar, ese intento de imposición del catalán resulta especialmente ridículo por la propia estructura lingüística de la sociedad catalana. Según los datos de la Generalidad de Cataluña, el 55% de los catalanes tienen como primer idioma el español, frente a solo el 35% cuyo primer idioma es el catalán. Si es rechazable que una mayoría trate de imponer su idioma a una minoría de forma coactiva, el que sea una minoría la que trate de imponer su idioma a la mayoría, además de rechazable, resulta patético.

Y por último, lo peor es que todas esas imposiciones, toda esa coacción, toda esa ridiculez, está encima condenada al fracaso. A la mayoría de los idiomas del mundo (incluyendo el catalán o el finlandés) no les queda más salida que la extinción a plazo no muy largo, por el simple hecho de que estamos en un mundo global, en el que solo sobrevivirán aquellos idiomas que cuenten con una masa crítica de hablantes que les permita resistir el empuje del chino, del español y del inglés. Ni siquiera idiomas como el francés o el alemán tienen posibilidades de sobrevivir más de unas pocas generaciones.

Así que todo el ruido y la furia, todo el odio a España, a los españoles y al español que destilan algunos separatistas, es encima odio estéril. El odio de la impotencia.

Relajaos, chicos: el español goza de excelente salud, dentro y fuera de Cataluña. Es el segundo idioma a nivel mundial y será uno de los pocos que sobrevivan en el futuro mundo global. Y atendiendo a la estructura de la sociedad catalana, el español es más propio de Cataluña que el mismo catalán, así que no vais a poder erradicarlo tampoco de Cataluña por mucho que os empeñéis.

¿Qué tal si aprendéis de una vez a respetar a las personas y a sus decisiones libres e individuales de hablar lo que les salga del moño? ¿Qué tal si mostráis el mismo respeto por el español que los demás mostramos por el catalán? ¿Qué tal si dejáis de transmitir una imagen siniestra del catalán y de Cataluña?

Afortunadamente para todos, y desafortunadamente para vosotros, Cataluña es mucho más amplia que vuestra estrecha mente separatista, llena de odio impotente y ridículo.

Dejad a los españoles en paz. Dejad a los catalanes en paz.

Luis del Pino, Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital

Tudela 96.0, por TDT, “aplicación android esRadio”  y www.navarrainformacion.es

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