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OPINÓN: De “House of Cards” a la realidad del TGV que une Amsterdam con París, o como la realidad siempre supera a la ficción

Al final de la segunda temporada de la serie “Hose of cards” el Vicepresidente de los Estados Unidos le deja claro a la congresista Jackie Sharp que necesita su ayuda para cargarse a su  Presidente. Esta le contesta :

  • – “Pero… ¿Es casi una traición?” . Y  Underwood, interpretado por Kevin Spacey, le contesta:
  • – “Casi…, Así es. Esto es política”.

Toda una lección en veinte  segundos de qué significan los resortes del poder que cualquier seguidor de la actualidad de la política nacional puede intuir en una mayoría de las noticias que llegan a titular y protagonizan las polémicas mas enrevesadas. Y es que, a la trama de esta adictiva serie no le falta ningún ingrediente: El poder, el sexo, la ambición, la excitante relación entre el periodismo y la política, las relaciones internacionales, el asesinato, o el sentido del humor. Los recursos clásicos, y en definitiva de siempre, que los guionistas de la trama  utilizan,  “hornean” y miden con la sabiduría y el oficio que solo gastan los mas grandes.  Una prueba mas del por qué los grandes críticos cinematográficos nos explican, cada día, que las series para televisión han heredado la grandeza, tanto artística como industrial, con la que Hollywood acuñó y definió el término del Séptimo Arte.

En otra secuencia inolvidable de la serie, el jefe de gabinete de Frank Underwood (interpretado por Michael Kelly) que  es el personaje que más gusta a la audiencia, le pide a otra protagonista en su coche que le lea algo. Esta le contesta que no tiene ningún libro a mano, y Doug, así se llama en la ficción, le dice que saque del móvil “La historia de dos ciudades” que es el libro que le leía su madre de niño y así, el principio de la gran obra de Dickens, una de las citas literarias mas repetidas en la historia, resuena amplificada en la serie con un contexto nuevo, una iluminada interpretación de los guionistas que bien podríamos relacionar con la terrible realidad que sobrecoge nuestra alma cada día con las noticias protagonizadas por los refugiados de Macedonia, los asesinatos de los talibanes, el guerracivilismo que administran algunos políticos españoles, o el sinsentido de de la economía griega:

«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto…».

Y lo recuerdo hoy en que la realidad de nuevo supera a la ficción con el relato de los dos marines norteamericanos de permiso que han evitado una masacre en el tren que une Amsterdam con París. Un hecho que a los guionistas de House of cards, estoy seguro se les ha pasado por su privilegiada mollera. La constatación en definitiva de las palabras de Dickens al revelarnos la existencia de esas dos ciudades que conviven en el tiempo y expresan los dos polos de la ética del ser humano.

Manuel Artero Rueda, periodista

https://lapaseata.wordpress.com/

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