

El fiscal argentino Alberto Nisman fue enterrado este jueves en un cementerio judío en Argentina mientras las dudas en torno a su muerte el 18 de enero dividen al país, entre quienes lo consideran una víctima del gobierno y quienes creen que su deceso es parte de un complot desestabilizador.
Con aplausos y peticiones de justicia cientos de personas despidieron el cortejo fúnebre de Belgrano, norte de Buenos Aires, y fue recibido con banderas y mensajes que lo calificaron de «patriota», «genio» y «héroe» en el cementerio judío de La Tablada, 20 km al oeste de la capital.
Antes de la llegada de los restos mortales, la diputada Patricia Bulrrich, del partido de derecha PRO -adversario al kirchnerismo- se inclinó porque en estos momentos de profunda polarización política «se llame al diálogo y al consenso».
La muerte el 18 de enero de Nisman, un judío argentino de 51 años, conmocionó a Argentina.
Cuatro días antes había acusado a la presidenta, Kirchner y el canciller Héctor Timerman, de tramar el encubrimiento de imputados iraníes por el atentado contra la mutual judía AMIA en 1994, que dejó 85 muertos y 300 heridos.
El 19 de enero se lo esperaba con revuelo mediático en el Congreso donde iba a explicar su denuncia, pero su muerte pocas horas antes disparó suspicacias y especulaciones.
La madre, la hermana y la exesposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, con quien tuvo a sus dos hijas, de 7 y 15 años, estuvieron el jueves acompañadas de amigos y familiares.
Despedida colectiva
«Nisman somos todos» y «La verdad no muere», con esos lemas despidieron al fiscal en el cementerio donde un fuerte operativo policial resguardó el ingreso al lugar del entierro, a escasos metros de donde están enterradas las víctimas de la AMIA.
Según un rito ortodoxo, los suicidas son sepultados en otra área, pero no fue así para Nisman.
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