El novedoso selfie, socialmente incorporado en todas las edades, profeiones, clases y situaciones, no es algo nuevo y propio del s. XXI. Los sefies de niños, jóvenes, mayores, ricos, no tan ricos, incorporan además como novedad el brazo para hacer selfies con los smartphones no es un gadget de última generación, pues hace 90 años un matrimonio del Reino Unido ya lo utilizó. Por lo que, ni el selfie resulta ser algo nuevo ni tampoco lo es la novedosa forma de tomar la imagen.
Todo está inventado. De una forma o de otra todo está inventado. Y hoy, en el mundo de la globalización tecnológica y humana, más todavía. El uso de estas técnicas y sus palabras avanzan y se extienden a una velocidad supersónica. Hasta el punto de que los diccionarios se ven obligados a incorporar esas palabras y su significado.
El año pasado, el Diccionario de Oxford, el de la lengua de Shakespeare, ya seleccionó e incorporó selfie como la palabra del año. El diccionario de la Real Academia de España, el de la lengua de Cervantes, mantiene ya su incorporación. Y quienes hablamos una lengua u otra debemos admitir que estos nuevos vocablos por su extensión y uso formarán parte de nuestros diccionarios de hoy y de mañana. En unos como son y otros españolizados (selfi por selfie).
Sea como fuere, es uso y costumbre es ley y en lingüística también. Los puristas se muestran contrarios a este debilitamiento y atentado contra la lengua de Shakespeare o Cervantes, pero la realidad es que este avance existe y hay que hacer frente tomando una decisión: conservadora y purista de no incorporar el uso de un vocablo o progresista y moderna que lo incorpora haciendo suyo el uso y costumbre. .
Hace 90 años el selfie no tuvo el impacto de hoy, pero hoy el impacto es real. Alejado de lo novedoso, pero uso y costumbre.
Directora de NI