Hoy hemos conocido la esperada noticia de la muerte de la Duquesa de Alba. Conocida por ser uno de los referentes sociales (para bien o para mal) de España. Ya sea por sus matrimonios, por su aspecto o por los problemas familiares llevados a la prensa del corazón y a los comentarios de la opinión pública.
Sin embargo, el ducado es el más representativo de la historia de este país. Un título hereditario que data de 1472 cuando el Rey Enrique VI de Castilla otorga el ducado al II conde de Alba de Tormes. Ducado que ha pervivido durante más de quinientos años, pasando a ser uno de los de más tradición y “abolengo” del Reino. Años que le ha permitido a la casa de Alba mantener y proteger un gran patrimonio cultural e histórico.
Sea como fuere, la muerte une e iguala a todos y tras ella sólo queda el legado personal o material.
Así ha muerto Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, XVIII duquesa de Alba (segunda mujer en el ducado) y XI de Berwick. Pero el ducado patrimonial, cultural e histórico permanece en su línea sucesoria.
Directora NI