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ATME: De la gloria del desfile al olvido en la nómina y en la carrera profesional

ATME critica el paso de la gloria del desfile al olvido en la nómina y en la carrera profesional: los militares, los servidores públicos de usar y olvidar

La fastuosidad del Día de la Fiesta Nacional volverá a convertir a los militares en el espectáculo central, estrellas fugaces que brillan para el público y los políticos, solo para volver a la sombra de la precariedad retributiva y profesional una vez apagados los focos. Mientras el Gobierno y Defensa hacen caso omiso a sus graves problemas, la tropa y marinería —los más afectados— esperan respuestas sobre el destino de los 679 millones de euros destinados a la mejora salarial y el aumento de efectivos en 2025, una cifra que, de momento, sigue siendo un secreto bien guardado.

España observará con orgullo a sus militares desfilar, un símbolo visible de su inquebrantable compromiso con la sociedad. Ellos son servidores públicos dispuestos, si fuera necesario, a entregar su vida en defensa de la ciudadanía y de la Nación en los más diversos escenarios. Sin embargo, detrás de la imagen de solemnidad que inundará mañana los medios de comunicación, subyace una realidad incómoda que el Gobierno y el ministerio de Defensa se niegan a reconocer: la inmensa mayoría de estos militares son servidores públicos continuamente relegados y olvidados. Desfilan como un mero elemento propagandístico, pero cuando se trata de atender sus legítimas reivindicaciones profesionales y retributivas, son sistemáticamente apartados.

Ni el Ministerio de Defensa ni el Gobierno han demostrado ser leales con el futuro profesional de sus militares. Para muchos, este futuro sigue lastrado por la temporalidad. La respuesta del Ejecutivo se limita a buenas palabras, medallas conmemorativas y pequeñas «dádivas» no consolidables en el sueldo, que además excluyen a una parte de sus integrantes. Los problemas estructurales persisten sin una voluntad real de solución, como evidencian las bajas retribuciones en comparación con el resto de los servidores públicos y la imperiosa necesidad de una Ley Única de la Carrera Militar que aborde las altísimas tasas de temporalidad en la Escala de Tropa y Marinería y la necesidad de una verdadera carrera horizontal, basada en la especialización. A esto se suma la urgencia de reconocer la profesión militar como de riesgo, el abandono de los militares de carrera que sufren un desplome en sus nóminas al pasar obligatoriamente a la situación de reserva (58-61 años), el olvido de los Reservistas de Especial Disponibilidad (RED), y la necesaria modernización de la Ley de Derechos y Deberes y del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas.

Este año hemos asistido a varios hechos: una raquítica subida de 200 euros brutos en las nóminas, el anuncio de un futuro incremento de las plantillas y, más recientemente, la aprobación de un Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa que implica un gasto de 10.471 millones de euros solo en 2025. Resulta inmoral que, mientras los anuncios de ese gasto en los consejos de ministros se destinan a la adquisición y mantenimiento de armamento y sistemas, los militares sigan siendo los servidores públicos peor retribuidos del país. De los 10.471 millones, solo 679 millones se han asignado específicamente al «aumento de las retribuciones del personal y el incremento de efectivos», una cifra minúscula en el contexto. El Ministerio de Defensa, además, se niega a concretar a ATME en qué se invertirá esa pírrica cantidad, aprobada después del último incremento en las nóminas, a pesar de haber transcurrido más de seis meses desde su aprobación.

Las preguntas que viene a la cabeza son simples ¿Veremos que esos millones en vez de consolidar los sueldos se “traspasan” a gastos en material? ¿El gobierno prefiere postergar nuevamente a los militares y sus familias en beneficio de las empresas y del aumento del empleo fuera de las Fuerzas Armadas? ¿Somos los militares un mal menor que puede ser reemplazo fácilmente y no da los suficientes votos en las elecciones?

Este continuado abandono está teniendo ya consecuencias directas que Defensa no quiere reconocer: una bajada en las ratios de aspirantes y el éxodo de Tropa y Marinería que abandonarán las Fuerzas Armadas o solicitarán excedencias, simplemente porque la vida laboral civil es mucho más ventajosa. Los militares y sus familias no comen ni viven de la satisfacción del deber cumplido, a pesar de lo que puedan creer algunos dirigentes.

Desde ATME, deseamos a todos los españoles un feliz Día de la Fiesta Nacional. A nuestros militares, en especial a la Tropa y Marinería, les reiteramos nuestro compromiso: continuaremos luchando sin descanso por su futuro y el de sus familias.

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