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De cada despacho del poder, con capacidad presupuestaria, a tomar la calle: La estrategia de la araña

No hay perversión mas fascista y detestable que borrar las fronteras entre el estado y el partido político para conseguir la unidad del todo. Y nadie dudará que en España lo sabemos bien. Ahí está la historia reciente de Andalucía, donde el PSOE lo consiguió, y después de cuarenta años en el poder muchos calificamos su andadura como la del régimen o el hampa de los Eres.

Con la cara falsa pero amable del servidor del estado del bienestar y la valentía del luchador infatigable contra el monopolio de les terratenientes, los socialistas tejieron una tela de araña que cubría todos los centros de poder y anclaba sus hilos en cada despacho con capacidad presupuestaria. Por esa razón, y al ritmo del cambio político que se produjo, fuimos conociendo las historias de la corrupción que suman cientos de millones en ayuntamientos, diputaciones y gobierno autonómico.

Y ahora la misma historia en el Gobierno de la nación, donde el PSOE se juega tanto como se jugó  en Andalucía. Nada más y nada menos que toda su tela de araña y todos esos salones progres convertidos en despachitos desde los que se reparte el dinero de todos. Por esa razón, le vemos otra vez empeñado en apoyar a la nueva reencarnación de Podemos con capacidad de prender la llama de la revuelta en la calle. Una estrategia política, de manual, que ante la falta de discurso propone la agitación para llenar con su color las urnas. Piensan que que con una hoja de ruta basada en la tensión en las calles, destrozar el Valle de los Caídos  y ganar la guerra civil que perdieron conseguirán sus anhelos electorales.

Como contrapeso a esa voluntad, recuerdo su última intentona al respecto que lideró Rubalcaba, al que Dios perdone, al helenizar con barricadas las calles, y que recogió la prensa internacional como mostró la portada del New York Times. Porque es palmario que Sánchez solo encuentra soluciones para su hipotético futuro en el momento justo de encontrar soluciones para España. Y yo recuerdo la mañana, en este mes de Marzo hará ya diecisiete años, en que Zapatero triunfador llegaba al Pirulí y se convertía en el primer presidente de la democracia española aplaudido por los trabajadores de la televisión pública.

Resulto al final que, después de sus decisiones políticas,  TVE se convirtió en un profundo pozo negro de problemas, en el que, por cuestiones ideológicas, la mitad de sus trabajadores escupe al suelo ante la otra mitad. Y así, tanto en la propia TVE, como en las calles tomadas, con la convivencia crispada, resulta muy difícil tomar decisiones. Porque lo de menos para los profesionales de la tela de araña son los recortes de la educación y la sanidad, la reforma laboral, el derecho a la información o la libertad de expresión. Lo que verdaderamente cuenta es salvar los hilos, el poder, la pasta de todos que llena sus bolsillos.

Manuel Artero Rueda ha dedicado toda su vida profesional a la televisión en la empresa pública RTVE. Autor del libro “El reportaje para televisión un guiño a la noticia”, un práctico temario con el que ha impartido clases tanto en el Instituto Oficial de RTVE como en el máster de periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos.  La Paseata 

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