No por anunciarlo casi todas las encuestas, excepto las de la cocina del fiel José Félix Tezanos desde su Centro de Invenciones –ahora también de Insultos– Sánchez para satisfacción de su único y digital “elector”, se podía vender la piel del oso –ese que algunos querían cambiar por una rata– antes de cazarlo. Y esa “caza” era el pasado día 4 en las urnas, único altavoz democrático en un país serio, que esta vez dejaba dudas de si serían limpias después de lo que vimos en las últimas elecciones USA y el cacareado voto por correo, que el “bien pagao” amigo del Presimiente puesto al frente del Organismo “autónomo” de Correos podía “controlar” y que las cada vez más prescindibles redes sociales se encargaban de alentar con sus tendenciosos mensajes, fruto, quiero pensar, más de la creciente desocupación que del análisis y desde la falta de oficio que el socialcomunismo impone a la población que nutre la maldad de algunos artistas del diseño y grabación de memes y vídeos.
Ruego al lector su indulgencia por haberme permitido esa pequeña hipérbole de “Isabel de España” dentro del marco estatal que tomaron estas elecciones desde la “irrupción interrupta” de Mr. Postureo –“mi vida (no mi sillón) por una foto y una aparición televisiva”– que trascendieron con mucho el ámbito meramente autonómico de las demás, catalanas incluidas, después de los infinitos choques entre los dos dirigentes, saldados siempre con anticipación de la Presidente madrileña, cierres de colegios, residencias de ancianos, compras de material sanitario, hospital de emergencia en IFEMA y hospital especializado Isabel Zendal, medidas de protección económica a autónomos y empresarios de hostelería, confinamientos por zonas, etc., etc., muchas de ellas tomadas después, tarde y mal, por el gobierno socialcomunista, incluso después de cargar contra ellas o negarlas. Y, además, Madrid creció un 4’4% frente al 0% de la media nacional y el desempleo se cebó mucho menos que en el resto de país o incluso creció la oferta de trabajo aquí.
Por todo eso, aparte de por su claridad en el mensaje y cercanía en la calle, las urnas dijeron el martes lo que dijeron. Tanto su primer eslogan, “socialismo o libertad”, con el que anunció la disolución de la Asamblea, en clara alusión al líder socialista, como el segundo, “comunismo o libertad”, cuando PabLenin Iglesias anunció su “sacrificio” de dejar la vicepresidencia –en mi opinión perfectamente calculado (o no tanto) para lo que tenía ya previsto salvo sorpresas–, desde la que no se le recuerda nada positivo en lo residencial, cuya competencia asumió en Marzo de 2020 sin que se le haya visto por ninguna, hasta al definitivo de “Libertad”, complementado con “Seguridad”, con los que se dirigió a los electores durante toda la campaña electoral, todo funcionó para conseguir el objetivo de movilizar al electorado, dar voz a los madrileños y un gran resultado que muchos no esperaban, puede que incluso en su propio partido. Seguramente también ha tenido mucho que ver que frente a las continuas agresiones desde Moncloa y resto de partidos, siempre tuvo una respuesta inmediata, oportuna y clara, sin alterarse nunca, mano firme en guante de seda, como no estábamos acostumbrados a escuchar en ningún otro miembro del Partido Popular antes, complementada perfectamente por su compañero en Madrid, José Luis Martínez Almeida, dos grandes aciertos de Pablo Casado al elegirlos para esos puestos. Ahora sólo falta que los líderes de Génova 13 hayan aprendido cómo se llega de verdad al pueblo, fuera de buenos discursos en el Parlamento, que están muy bien y son necesarios, pero hace falta mucha más cercanía y claridad en el mano a mano con los que tienen que decidir con su voto, como el tándem Díaz Ayuso/Martínez Almeida han demostrado, ayudados por un buen equipo de campaña y un argumento que la nuevamente elegida para gobernar en Madrid no ha dejado de repetir durante la campaña y ha demostrado todo este año, rodearse de los mejores para gestionar. Y ojo que, pese a la clave nacional de estas elecciones, no se puede –y no se debe– extrapolar el resultado a unas generales
El resultado, de sobra conocido, habla por sí solo: 65 escaños el Partido Popular, con 1.620.213 votos que representan un 44’73% del total; 24 Más Madrid, con 614.660 votos, el 16’79% -casi la tercera parte–; 24 también el PSOE, pero con unos pocos votos menos, 610.190 y el 16’85%; 13 VOX, con 330.660 votos y el 9’13% y 10 Podemos con 261.010 votos y un 7’21% del electorado. Hasta aquí los 136 escaños que ahora componen la asamblea madrileña, aumentando en 4 la cifra anterior en base al aumento de la población, algo que también debería ser objeto de reflexión porque, a mi juicio no hacen falta tantos para “atender” a los ciudadanos madrileños que, atendiendo a las conocidas circunscripciones anglosajonas en las que cada representante creo que abarca una población de 100.000 o 150.000 habitantes, en el caso de Madrid, con 6’7 millones, arrojaría una cifra de 67 para el primero de los casos o de 45 en el segundo, cifras en mi opinión suficientes para una labor que en la mayoría de los casos parece reducirse a pulsar el botón que el partido dice a la hora de votar y bastarían para componer comisiones y demás actividades legislativas –bastante cuestionables en los parlamentos regionales–. Imagínense el ahorro que supondría esta medida si consideramos las 17 autonomías, algunas absurdas, y las dos ciudades autónomas del “café para todos” del Prof. Clavero.
Unos resultados cuya primera evidencia es que hubo una vencedora, Isabel Díaz Ayuso, pese a que algún comunicador -puede que el “paraguas” verde lo imponga– decía esta mañana “un claro triunfo del PP y de VOX”, consolando a Rocío Monasterio, que como es bastante más inteligente que su líder, al que ha acompañado como telonera durante toda la campaña, no veía con tanta “euforia” como Santiago Abascal, en su primera comparecencia tras conocerse los resultados que ya apuntaban a definitivos y se movieron poco para ellos después del 75% del escrutinio. Y es que, si el porcentaje de votos en estas elecciones ha sido del 76’25% frente al 64’27% de 2019, es decir casi 12 puntos porcentuales más y VOX obtuvo entonces el 8’88% de los votos, simplemente para mantener esa proporción debería haber obtenido en estas elecciones un 9’86% frente al 9’13% conseguido y ese escaño más no representa el incremento de votantes ni el aumento de escaños que, insisto, para mantener las proporciones deberían haber supuesto 14 escaños y como Rocío es de Ciencias y su jefe –como el citado comunicador–, de números, poquito, ella seguramente lo captó y sabía que de “triunfo”, nada.
Sí que podría considerarse triunfo el de Mónica García, la candidata de Más Madrid que, como si de una exclusividad se tratase, se definía en el debate como Mujer, Médica y Madre –supongo por ese orden de prelación, pues de alterarse sorprendería un poco–, que ha sobrepasado en votos al PSOE, aunque con el mismo número de escaños, lo que la convierte en líder de la oposición, más aún si cuenta, como contará, con los 10 escaños de Podemos, conformando una suma de 34 diputados de extrema izquierda, 10 más que los del “soso, serio y formal” candidato socialista, Ángel Gabilondo, que tendrá que añadir a esos epítetos el de “abandonado”, a la vista de lo que en la noche electoral se pudo ver, dos funerales separados, uno en el Hotel HUSA Princesa desde el que casi lloraba el candidato y otro en la calle Ferraz, en el que comparecía el secretario de ¿organización?, José Luis Ábalos, con una cara que lo decía todo mientras leía lo que le pusieron delante y acusando al Partido Popular de ponerse “en manos de la extrema derecha”. Lo dice el anfitrión de Delcy Rodríguez, Vicepresidente del chavista, bolivariano y comunista, Nicolás Maduro, padrino de Podemos, que gobierna gracias a los amigos de ETA, nacionalistas y los citados comunistas de Podemos y Más Madrid o Más País, que todavía no nos contó el viaje de las cuarenta maletas desde Barajas.
Otra evidencia del resultado es el rotundo fracaso del Partido Sanchista, para el que en sus foros internos un resultado por debajo de 30 escaños era considerado pésimo y se quedó a 6 de ese suelo. Casi como el estrepitoso segundo fracaso de Pedro Sánchez en 2015 y 2016, que rebajó primero a 90 los ya míseros 110 escaños de Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011 y después a 85 los anteriores, seis meses después, que junto a su expulsión como secretario general y el ascenso de Mariano Rajoy en esas segundas, hubiera supuesto, posiblemente, la desaparición de ese partido por una larga temporada de haberse atrevido el Registrador gallego a convocar las terceras, pero eso no toca ahora y ya quedó dicho en su día.
Poco hay que decir de Ciudadanos, que cumplió las expectativas de las encuestas y desapareció de Madrid, como no se podía esperar después de la nefasta presencia temporal y efímera de un personaje como Ignacio Aguado, tan poco brillante como fiable, fruto exclusivo de la inexperiencia y poco nivel político del que lo eligió precipitadamente para crear Ciudadanos Madrid, Alberto Carlos Rivera, que al menos tuvo la decencia de dimitir –eso sí, con puerta giratoria mediante– tras su batacazo electoral de Noviembre de 2019 sin esperar que lo echaran, como la ambigüedad trufada de traición del madrileño propiciaron o como las urnas están haciendo con la bella y dulce Inés Arrimadas, primero en Cataluña, luego en Murcia y ahora en Madrid, que, si tuviera algo de dignidad, seguiría los pasos de su antiguo jefe –tal vez tenga un hueco en al afamado despacho jurídico que preside– antes de que desaparezca al modo de Rosa Díez –de mucho más talla política sin duda– y su UPyD, si antes no se vende al amigo de filoterroristas, separatistas y comunistas por un platillo de lentejas en forma de puesto remunerado, para aplaudir desde donde sea y seguir en el machito político que paga el dinero que “no es de nadie”.
Muy destacable también ver cómo ha quedado el mapa de Madrid, prácticamente teñido de azul, en el que 175 de los 179 municipios que componen la provincia dieron mayoría al PP, con dos empates y dos victorias para el PSOE, sin una sola verde, morada o naranja. Y muy importante también el triunfo de Díaz Ayuso en los 21 distritos de la capital, entre los que destaca el doble de votos respecto a Podemos en Vallecas y el triple en Puente de Vallecas, supuestos feudos del marqués de Galapagar, que completa su “sacrificio” de abandono remunerado con una “improvisada” renuncia “a todos mis cargos”, con la que se despidió en el otro duelo de la noche electoral y del que se rumoreaba ya hace días que lo esperaba su amigo Jaime Roures –La SeCta–, con el que se solidarizó atacando al Presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, al que llamó “enemigo de España” en la campaña de 2019 cuando decidió no renovar con Mediapro la producción de su canal de televisión. Y sí que le debemos tres a Díaz Ayuso, Iglesias salió del gobierno, de Madrid y de la política.
Me despido con tres preguntas inocentes: ¿Dónde estaba Sánchez la noche electoral y todavía? ¿Dónde su escudero y mecedor de la cuna Iván Redondo al que parece que se le van apagando sus “Días de gloria” (como le pasó al autor del libro que lleva ese título, Mario Conde)? Y ¿Dónde está el antes citado “cocinero” mayor de Moncloa, el atenazador de encuestas Tezanos tras el estrepitoso fracaso de su CIS? Tal vez en los próximos días sepamos algo de alguno o de todos… o no.
Si Ayuso obtuvo un claro triunfo en las elecciones, a fuer de ser sincero yo siempre creí que las ganaría por mayoría absoluta. También soy de la opinión que la verdadera campaña de la «heroína», no fue ella misma, si la Moncloa en general y miembros del gobierno en particular. Escribí en Twitter que cuando a una persona que está haciendo bien las cosas, de forma honrada y honesta. y es atacada denodadamente y si escrúpulos; la gente tiende a defenderla por la injusticia de sus adversarios. Eso fue lo que ocurrió y los hechos me dieron la razón.
Otro acierto de Ayuso, fue no atacar a Vox, ni permitir que Casado metiese la cuchara en el cocido madrileño; basto que lo hiciese en la moción de censura a Sánchez, para espantar a votantes del PP.
Por lo que respeta a Pablo Iglesias; hemos de reconocer que España se ha librado de la octava plaga de Egipto. La bofetada que llevó le acabó de abrir los ojos; vio como Ayuso le gano en su propio territorio: Vallecas. Ese hombrecito, creo, será bien recibido en pocos sitios, dado que su odio, su rencor y su comunismo pocas puertas puede abrir. Espero que haya cerrado al puerta al marcharse.
En cuanto a Ciudadanos; mucho me cansé, también en Twitter, en señalar que desaparecería de la Asamblea de Madrid, como creo que desaparecerá del Parlamento español, pasándole como a UPyD, de Rosa Díaz, cada vez más parecida a una pepera más. El rectificar es de sabios. Muchos de sus miembros ya empezaron a dar la espantada, sus huestes están desanimadas como las del PS están espantadas por los resultados obtenidos.
Estas elecciones han valido para poner a cada uno en su sitio, cerrar bocas, dar que pensar a algunos y a situarse a otros.
Gracias por su comentario, don José