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Desde ese “liderazgo” tan incuestionable como trágico, ¿hasta cuándo nos seguirá engañando, Sr. Sánchez Pinocho?

Terminó Agosto en la línea que empezó – la de los siete meses anteriores- desde que el malhadado showman «presimiente» llegara apoyado en lo peorcito del espectro político, el comunismo y los nacionalismos separatistas de uno y otro signo. Es decir, en la que se veía venir cuando con esos mismos apoyos ganó su moción de censura a Mariano Rajoy en Junio de 2018 basándose en lo mismo que ahora no quiere ver tras la imputación del partido que desgobierna en coalición

Como no podía ser de otra forma lo hizo con un nuevo episodio de su lamentable «Aló presimiente» al que nos tiene acostumbrados desde que declarase el estado de alarma que prolongó durante cien días, cien, que dirían los taurinos que tan poco le gustan a su socio, pese a no cortarse la coleta. Fue el lunes, con su nuevo eslogan «España puede», a lo que yo añado que debe, y con urgencia, echarlo de Moncloa cuanto antes, por el bien de todos. Y como tampoco podía ser de otra manera para mayor abundamiento de su egolatría, se buscó un escenario aparente, la Casa de América, donde convocó al empresariado español del IBEX 35 -parece que no a PYMES y autónomos- y presentarse en el modo cursi que tanto le gusta a míster postureo, hablando durante una hora o más sin decir nada sustancial, fuera de frases hechas de la «factoría Iván Redondo«, la voz de su «inconsciencia» y mano que mueve la cuna de Moncloa, ese mercenario de la comunicación sin más principio que su bolsillo, de las que destacó la conclusión de que “Este virus pone de manifiesto que somos una única humanidad” -menos mal que nos sacó de dudas a los que «pensábamos» que había muchas humanidades vagando por esos universos mundos- al más puro estilo de su antecesor José Luis Rodríguez: «La Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento», demostrando que la clonación fue un «éxito». Y, como no también, en su eterno llamada a la «unidad, unidad, unidad…», por supuesto con él y sus ocurrencias, sin réplica alguna de parte, confundiendo de nuevo cooperación con sumisión, que es lo que realmente quiere, porque ya está él para preocuparse por todos, al modo del Gran Hermano Sánchez Orwell. Nos dejó «tranquilos» con su brindis “El Gobierno que encabezo puede garantizar la estabilidad del Ejecutivo”, que remató con el agorero mensaje de «completar los cuarenta meses que restan de legislatura» cuando es vox populi la división social-podemita en torno a la numerosa mesa del consejo de «ministros y ministras»Carmen Calvo dixit-, pero como decía la semana pasada, «si quieres seguir, traga, Pedrito, si no, despídete de legislatura» y patada a seguir por parte de PabLenin Iglesias, desde ese nuevo look de moño y pendientes que lució últimamente.

Completó su rimbombancia hablando de tres conceptos incongruentes con su nefasta gobernanza: Recuperación, ¿la que nos hace ser «líderes» por la peor gestión de la crisis sanitaria ocasionada por el COVID19, reconocida internacionalmente, la mayor pérdida de PIB, mayor número de contagios y muertes por cada cien mil habitantes y el mayor número de sanitarios contagiados y muertos del mundo, entre otras cosas, por no hablar de desempleo, descenso espectacular del turismo, huida de empresas y de inversión extranjera, etc.? Transformación, ¿la de un país próspero, que debería ser respetado y reconocido internacionalmente, en una república bananera de taifas mal avenidas, al estilo de los peores populismos comunistas «hispanoamericanos», para más inri? Y, por último, Resiliencia, que dudo mucho que este personaje sepa lo que significa, o tal vez sí en la acepción primera que recoge el Diccionario de la RAE: «Capacidad de adaptación de un ser vivo -el pueblo español- frente a un agente perturbador -nadie más que él mismo- o un estado o situación adversos -aprovechando la crisis sanitaria que tantas dudas está dejando-«. Desde luego no en la segunda, de aplicación a materiales y sistemas, pero que extrapolo aquí porque deja alguna esperanza para ese sufrido pueblo español que siempre fue capaz de «recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que ha estado sometido». Y también como siempre, tratando de aparecer como el «hombre bueno» que tiende la mano -depredadora- al pérfido Partido Popular para alcanzar pactos de Estado de cara a aprobar los Presupuestos Generales del Estado o renovar el Consejo General del Poder Judicial y Radio Televisión «Espantosa», entre otras cosas, mientras desoye sus numerosas propuestas y sus lacayos ministeriales -y «portacoces» varios- atacan repetidamente a presidentes autonómicos y mienten una y otra vez en sus comparecencias. Como el «epidemiólogo» Fernando Simón que no deja de obsequiarnos frases antológicas: «La situación epidemiológica de España no es buena pero no es catastrófica«, dijo el pasado lunes y “en esta ocasión no se llegará a los niveles de Marzo y Abril”, cuando en España, «si acaso», se darían «uno o dos casos». Y culpando a Madrid como la mala de la película: «La Comunidad de Madrid tiene casi una quinta parte del total de casos notificados, algo más del 20%, seguida del País Vasco», que deja otra muestra más de su «rigor científico y numérico» porque ya me explicará cómo se puede tener «casi una quinta parte» y «algo más del 20%», al mismo tiempo. Pero es que según el INE, el número de fallecidos en esta segunda oleada en Madrid, por cada 100.000 habitantes, es de 1’01, ocupando el puesto 18 de un ranking -17 comunidades más dos ciudades autónomas- que lidera Extremadura con 25’76, en el que es «medalla de bronce» Aragón -ambas socialistas- con 16’6. Aunque podemos estar tranquilos porque para el prestigioso no doctor Simón, «la situación es agridulce», o sea, «no catastrófica» como decía antes en su intervención, que remató con un «buen consejo»: «La población yo creo que no debe angustiarse más de la cuenta«, pero no aclara qué es más de la cuenta. Tal vez en la próxima.

Y mientras, después de seis meses, se produjo el previsible desencuentro entre el doctor Plagio cum Fraude y el líder de la Oposición, Pablo Casado, que no llegó a los deseados apoyos del primero en cuanto a los PGE y a la renovación del CGPJ, y del que el segundo deja como resumen que «Si ellos deciden romper con Podemos, el PP está, no para entrar en el Gobierno pero sí para gobernar en los temas básicos». Todo con el trasfondo de que la Presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sigue siendo el enemigo público número uno para el desgobierno socialcomunista y para Podemos especialmente, que la  ha llamado «inepta e irresponsable» por haber mostrado con su claridad habitual su cabreo con el citado Simón, por sus referencias a Madrid como «la comunidad que más culpa tiene en el empeoramiento de la situación del coronavirus en España», cuando el desgobierno desoye las múltiples peticiones que desde el gobierno madrileño se vienen haciendo desde hace seis meses para el control en el aeropuerto de Barajas, responsabilidad del ministro José Luis Ábalos, amigo de la vicepresidente venezolana que «flotó» por sus pistas con sus 40… maletas. Menos mal que doña Isabel lo tiene claro: «Si Madrid no se reactiva, España se hunde» y mi recomendación es que tenga cuidado con las tentaciones que los socialistas están haciéndole a su socio naranja, Ignacio Aguado, en mi opinión vendible «por un plato de lentejas», al que le ofrecen la presidencia a cambio de una moción de censura y tal vez sea el momento de pensar seriamente en un adelanto electoral que, desde mi punto de vista, la Sra. Ayuso se llevaría de calle, porque los que vivimos en Madrid vemos lo que están haciendo unos y otros. Y ya sabemos cómo son los de la veleta naranja, cuya presidente Inés Arrimadas ha declarado su predisposición a negociar los PGE con el PSOE, pero de eso habrá que escribir como ya hice en su día: «Quo vadis, Ciudadanos?«.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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