La Abogacía del Estado, aquella que, siguiendo los dictados del Gobierno por poco excarcela a Junqueras, hoy debería plantearse dimitir o hacerla dimitir.
Dimitir si, porque una vez más el Tribunal Supremo le enmienda la plana al dictar que el susodicho Junqueras, sí el que fue uno de los instigadores del referéndum ilegal catalán, no puede ser eurodiputado al estar condenado y en la cárcel.
Varapalo pues para la Abogacía del Estado y varapalo para el presidente Pedro Sánchez y sus acólitos, empeñados en saltarse la Ley para conseguir sus propósitos. En cualquier caso, propósitos todavía en suspense.
El Tribunal Supremo parece mantener la cordura. Nefasta, la actuación del Parlamento Europeo, al que le importa, por lo visto, bien poco todo. Tan pronto un día dice blanco, como otro día dice negro. Eso sí, pronto sabe rectificar. Algunos en este país deberían aprender de ello.
Un suma y sigue de lo que le espera a este país. Al tiempo.