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DE ORTEGAS Y BRAVOS

DE ORTEGAS Y BRAVOS
  • Jesús Javier Corpas Mauleón, escritor

El cielo está plomizo, mientras el futuro próximo aparece gris oscuro. Y yo estoy convencido que hasta Llavero, en su sitio de honor de mítico Carriquiri, también los prefiere despejados.

Sin embargo, entre los nubarrones que nos acechan, he leído estos días una grata noticia: tras muchísimo tiempo retorna la casta navarra a primera división. Si en manos de muchos ganaderos es reina para festejos populares, ahora, por obra de Miguel Reta, los colorados protagonizarán una corrida en las taurinas tierras galas.

Estos astados desaparecieron hace mucho de las cosos por su tamaño chico, aunque más porque su acometividad ponía en dificultades a los toreros. Sobre todo, para realizar las faenas que, cada vez más, iba exigiendo el público; no nos engañemos. Véase como en otras plazas abarrota las tardes “del clavel” y no las de “encastes minoritarios”. Al fin, hoy en día casi todo lo que se lidia viene de la casta Vistahermosa, estando proscritas las demás fundacionales.

Y, con la buena nueva, me he acordado de dos ilustres.

Domingo Ortega era un diestro inteligente, ninguna figura no lo es, que en 1950 pronunció una sabia conferencia en el Ateneo Madrileño. Fue publicada por La Revista de Occidente, que fundara Ortega y Gasset, el filósofo español más importante desde la anterior centuria.

De José Ortega se conoce su brillante trayectoria intelectual. También, su tránsito desde la Agrupación al Servicio de La República hasta el desencanto con la deriva ultraizquierdista y separatista de la misma (¿asistimos a un déjà vu?), para acabar exiliándose en fuga del Frente Popular, como hicieran otros fundadores de aquella, tal que Pérez de Ayala o Gregorio Marañón, y volver cuando cayó este.

Sobre su trabajo, son ampliamente conocidas sus Meditaciones del Quijote, La rebelión de las masas o la España invertebrada. Pero quizás alguien ignore que participó en el libro del maestro Domingo con una investigación interesante. Allí habla del Bos primigenius, cuya traza solo permanece en la cabaña brava. O sea, España, Francia, Portugal e Hispanoamérica.

Del animal se conocía su genio indomable y su peligro. El nombre de Uro procede de legiones romanas, que oían a los germanos llamarlo Aurochs. Al no tener cabida en la ganadería mansa por su carácter, fue desapareciendo. No obstante se conserva una detallada descripción de él en texto del barón de Herberstein, embajador de Carlos V. En el siglo XVII aun quedaban unos pocos ejemplares en el bosque de Jaktorowka, (no confundir con el de Bialowicza, reducto del bisonte europeo).

Nos aclara Ortega que, según carta de Leibnitz, fechada en 1712, este pensador pidió al rey de Prusia se pintase un retrato del postrer superviviente, que el monarca conservaba en cautividad. Era para el tratado Julio César. En ella encontramos el único dibujo realista de dicho bóvido.

De tal manera, la alegría por la vuelta de las reses rojas a primea línea de la fiesta también la habrán disfrutado ambos Ortega, por lo que les toca; y Llavero, que demostró mantener la herencia de aquella arcana valentía indómita.

Suerte, y feliz Navidad para todos.

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