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Expulsados «los moros» de España

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 12 de enero de 1610, se decretaba la expulsión de los moriscos de Andalucía.

A inicios del siglo XVII reinaba en España Felipe III, hijo de Felipe II y nieto de Carlos I. Tras las numerosas guerras habidas durante el transcurso del siglo XVII, España consigue la paz con Inglaterra en 1604 y con las Provincias Unidas en 1609. Esto permitió a España enfocarse en la defensa del Mediterráneo frente al imperio otomano, lucha que ya venía desde el siglo anterior.

No obstante, la paz política no estaba acompañada de una coyuntura económica favorable. Tras el periodo de expansión del siglo XVI, a inicios del siglo XVII empezó una recesión económica, que afectaría a España y, sobre todo, a la gran mayoría de población. Sin embargo, esta situación no afectaría a algunos moriscos, que disfrutaban de una situación económica favorable debido a su tendencia al ahorro y al ejercicio de profesiones que gozaban de una próspera economía.

Existía, además, un resentimiento de gran parte de la población hacia los moriscos, que aún mantenían viejas costumbres islámicas. A este resentimiento se añadía los celos de muchos al ver como habían moriscos con una situación económica personal más favorable que la de ellos en un momento de recesión económica.

La lucha contra el Islam aún era un argumento de algunos políticos para ejecutar sus acciones. Se invocaba a la lucha contra el Islam para convencer de algunas decisiones. Invocar la Cruzada aún surtía algún efecto psicológico. El propio duque de Lerma, valido del rey Felipe III, invocaría esta guerra contra el Islam para justificar la expulsión.

El problema de integración de los moriscos no era un problema menor. Los moriscos seguían viviendo en su mayoría apartados del resto de la población. Mantenían su lengua, sus costumbres, sus vestidos y su forma de vida basada en la ley islámica. En Valencia y Aragón eran un grupo numeroso, manteniendo sus propios líderes políticos y religiosos, que no fomentaban la integración. Por este motivo también se sospechaba de la lealtad política hacia la monarquía hispánica. Había no poca gente que los acusaba de apoyar a berberiscos y esperar que los otomanos conquistaran el Mediterráneo occidental.

La cuestión demográfica fue una causa importante en la expulsión de los moriscos. La población morisca total se estima de 319.000 para toda España. Teniendo en cuenta que la población era de aproximadamente 8 millones de habitantes, el porcentaje de población morisca era de aproximadamente un 4 %.

Sin embargo, la población morisca estaba repartida de forma desigual. La mayoría de población morisca estaba en el sureste peninsular y en el levante. Esta desigualdad provocaría una mayor proporción de moriscos en algunas zonas, que serían focos de problemas de convivencia. Muchos campesinos castellanos y aragoneses sentían rechazo y resentimiento hacia esos moriscos, a los que veían como unos rivales que les quitaban su trabajo a un menor precio. Los consideraban satélites de la aristocracia terrateniente, por lo que veían favorablemente su expulsión.

La expulsión de los moriscos

En enero de 1609 el Consejo de Estado empezó el debate de la expulsión en razón de la seguridad del estado. El 4 de abril el Consejo tomó la decisión de recomendar la expulsión de los moriscos al monarca. Felipe III aceptó dicho consejo y el 9 de abril de 1609 decidió la expulsión de los moriscos de España.

Tal día como hoy anterior El comienzo del fin del comunismo, aunque algunos no quieran verlo

 

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