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“No renunciéis a vuestro espacio”

 El viernes pasado estuvo en Pamplona David Mejía, diputado en el Parlament de Cataluña por Ciudadanos. Alguien que ha vivido en primera persona la deriva radical del nacionalismo y la ruptura de la convivencia. Pero también alguien con mucho que decir sobre cómo ponerle freno, en las instituciones y en la calle.

 

La principal lección aprendida, la clave según él, es “no renunciar a nuestro espacio”. No callarnos. No ceder a la presión. Porque una vez se ha cedido, se ha dejado las cosas en sus manos, se ha callado, ya no se recupera el espacio perdido. Se adueñan de él. Como se adueñan de los barrios navarros en fiestas (y de San Fermín no hablemos).

 

Pero no es sólo la decoración de los barrios. Es la conversación en el trabajo, donde por no aguantar malas miradas no nos plantamos y dejamos claro que algunas cosas no nos parecen aceptables o ciertas. No hacemos respetar nuestra opinión. Si lo hacemos, igual dejamos de compartir algunos cafés, pero no habremos dejado que nuestro punto de vista desaparezca.

 

Cuando un punto de vista no se ve, no se defiende, es demasiado fácil desacreditarlo. Quien está formándose juicio, se lo forma en ausencia de argumentos completos. Los marcos y las ideas de unos se imponen mientras otros desaparecen.

 

Hasta que llegó Ciudadanos, se aceptaba (por todas las fuerzas políticas locales) que la educación catalana era buena. Hoy, sabemos que tiene graves problemas (es la comunidad donde mayores diferencias de resultados hay en función de la renta de los padres; no se habla ni mucho menos tan buen castellano como nos intentaban hacer creer; los universitarios salen sin hablar el inglés mínimo) y que no es ni mucho menos la maquinaria de inclusión que predican, sino un mecanismo de asimilación forzada creado para fabricar una nación catalana a partir de españoles de todas partes.

 

Hasta que lo ha dicho Ciudadanos, se aceptaba que la Generalidad era una institución milenaria, y no un invento de los años 30 que toma el nombre de otra muy diferente. Y así tantas cosas que acabamos aceptando porque no escuchamos a nadie ponerlas en duda.

 

Los nacionalismos y populismos se especializan en repetir mentiras que quieren hacer verdad. Como cuando hablan del “ilegítimo” e inaceptable rechazo a un proyecto de Estatut  que de hecho fue declarado inconstitucional porque se inventaba un sistema judicial separado para Cataluña (y todos podemos imaginar lo que habría pasado este año si lo hubieran conseguido).

 

O como cuando repiten hasta adormecernos que Navarra y el País Vasco son un territorio histórico común, cuando hace 600 años que no es cierto (y nunca lo fue del todo). Cuando nos quieren hacer creer que un idioma hablado por algunos es un lazo de unión y una diferenciación completa frente a terceros. Que una Transitoria Cuarta irreversible es algo más que una amenaza para la identidad de Navarra. O que Ciudadanos está contra los Fueros, cuando sólo pide transparencia en el Convenio.

 

De las muchas cosas que David Mejía dijo en Pamplona me quedo con ésto: “No os calléis. No renunciéis a vuestro espacio. Si lo hacéis no podréis recuperarlo. Y no aceptéis sus reglas de juego ni marcos mentales”.

 

Navarra está en una encrucijada. De un lado, la parálisis y mala gestión de la legislatura anterior y los partidos de siempre. De otro, el sectarismo y la ineficacia del kuatripartito y sus populismos. Navarra tiene que encontrar un camino nuevo, un proyecto nuevo, basado no en banderas ni en idiomas ni en identidades sino en la resolución de los problemas comunes de los navarros, de la mejor manera posible. Un proyecto sin ataduras ni complejos que no quiera imponer visiones sino mejorar la vida de todos, dentro del proyecto común. Porque tenemos problemas reales, desde la economía a la educación pasando por la seguridad, que no se solucionan con juegos de banderas sino poniendo las prioridades en orden y trabajando por todos.

 

Para que podamos salir adelante, tenemos que parar la marea populista y nacionalista. Tenemos que defender nuestro espacio, en el trabajo, en el bar y en la calle. Con toda la educación del mundo pero con firmeza. Y sin seguirles el juego, asumir sus inventos, ni entrarles al trapo con sus batallitas artificiales.

 

Miguel Cornejo, @miguelcornejoSE es economista y consultor.

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