Últimas noticias

Miles de personas se suman a la marcha independentista en el centro de Barcelona

Miles de personas se suman a la marcha independentista en el centro de Barcelona

Miles de personas se congregan desde primera hora de la tarde en el centro de Barcelona para participar en la manifestación independentista convocada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) con motivo de la Diada del 11 de septiembre, que ya ha dado comienzo.

Este año la movilización, precedida por un minuto de silencio en memoria de los atentados yihadistas de Barcelona del pasado 17 de agosto, consiste en formar una gran cruz humana entre el paseo de Gràcia y la calle Aragó, dos arterias perpendiculares que, sobre las cuatro de la tarde, una hora antes del inicio previsto de la marcha, ya estaban muy concurridas.

La ANC, entidad organizadora de las manifestaciones de la Diada desde 2012, ha asegurado que los inscritos en la movilización de este año se aproximan al medio millón de personas.

A las 17:14 horas, desde los extremos de los cuatro brazos de la manifestación, se desplegarán cuatro grandes pancartas, que avanzarán por encima de los asistentes, para confluir en el cruce entre paseo de Gràcia y la calle Aragó.

En la plaza de Catalunya, uno de los extremos de la movilización, se encuentra la fila cero de autoridades, donde se ubicarán, entre otros, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont; la presidenta del Parlament, Carme Forcadell; y demás caras visibles del soberanismo, si bien este año no está la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que en 2016 sí que participó en la marcha.

Justamente, en la plaza de Catalunya, el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, y otros máximos representantes de entidades soberanistas pronunciarán sus discursos para poner punto y final a la marcha.

Dato oficial: 800.000 menos que en 2014

La Guardia Urbana cifró la asistencia a la manifestación de la Diada en un millón de personas. Se trata de una cifra superior en 125.000 ciudadanos a la que contabilizó en 2016, pero muy inferior a la de todas las ediciones anteriores de la gran celebración catalana desde el año 2012. El récord de participación se registró, según esta misma fuente, en 2014 con 1.800.000 ciudadanos desfilando por las principales avenidas barcelonesas. En 2012, los asistentes, de acuerdo con las cifras de la Guardia Urbana y la Generalitat, fueron 1.500.000; en 2013, 1.600.000 y, en 2015, 1.400.000. La Delegación del Gobierno en Cataluña siempre ha ofrecido cálculos mucho más modestos. De acuerdo con sus estimaciones, los años que marcaron el récord de participación fueron 2012 con 600.000 y 2015 con 520.000. La delegación habló de una asistencia situada en el entorno de las 350.000 personas, es decir, 20.000 menos que en 2016.

El presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, en la Diada. | EFE

A juzgar por lo que ocurrió este lunes, y por lo que lleva seis años pasando, las cosas no han cambiado demasiado, al menos por lo que respecta a los catalanes independentistas. Y eso que la liturgia de la manifestación se vuelve más incomprensible a cada Diada. Los organizadores habían previsto dibujar una gran cruz humana en dos de las grandes arterias de Barcelona -el paseo de Gracia y la calle Aragón-, y habían pedido a los asistentes que se pusieran la camiseta fosforescente justo cuando una gran pancarta pasara sobre su cabeza.

Enorme bandera separatista

Había cuatro lonas diferentes: una con el lema Referéndum es democracia, otra alusiva a los atentados yihadistas de agosto-Paz y libertad- y otras dos con enormes Síes -a la independencia- escritos en varios idiomas. A última hora se sumó una enorme estelada que también circuló sobre las cabezas de los asistentes. Se suponía que todas las pancartas debían confluir en las esquinas del paseo de Gracia, pero la imagen final, pensada como siempre para la televisión, fue bastante caótica. Era difícil reconocer el «símbolo positivo» que la organización buscaba dibujar, y que debía representar «la democracia y la libertad».

El independentismo hizo un esfuerzo por ensamblar el duelo por los atentados de agosto en la manifestación de la Diada, de carácter eminentemente festivo. Antes de que las lonas empezaran a pasar sobre las cabezas de los congregados se guardó un minuto de silencio. Pero enseguida volvieron los cánticos de Independencia y los ¡Votaremos, quieran o no quieran!, porque lo que esperaba el Govern es que este lunes se subrayara el desafío al Estado.

Ofrenda floral

La tradicional ofrenda floral ante la estatua de Rafael Casanova se convirtió en una sarta de reproches hacia Ada Colau y otros alcaldes socialistas  que no se rinden a los planes del gobierno de la Generalidad. La alcaldesa de Barcelona y los de otros de los municipios más poblados de Cataluña no se han comprometido a ceder locales para el referéndum. De hecho, sólo tres de los 10 primeras localidades en número de habitantes han dado un sí a Puigdemont, en lo que constituye un enorme problema logístico y de legitimidad para el gobierno catalán.

La alcaldesa, mientras tanto, participaba junto a Pablo Iglesias en un acto alternativo en Santa Coloma de Gramenet, feudo obrero y socialista, cuya alcaldesa, Núria Parlon, ya ha dicho que no cederá locales para albergar las mesas de votación del referéndum unilateral.

Puigdemont trató desde el primer momento en buscar en la calle la legitimidad que le niega la ley y, de momento, las urnas. Lo hizo en un encuentro con los corresponsales de la prensa extranjera en el que se mostró confiado no sólo en la celebración del referéndum -que el Gobierno central se ha comprometido a impedir-, sino también en que una eventual victoria del sí a la independencia abra por fin las puertas de Europa a la Generalitat. «Nos habremos ganado el derecho a ser escuchados», dijo en referencia directa al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que hasta ahora se ha negado a reunirse con él.

Imagen aérea de la Diada de este lunes | GETTY IMAGES

Después, por la tarde, las alusiones a la desobediencia frente a la respuesta judicial al desafío independentista se multiplicaron. Como si fueran una advertencia al Constitucional, que este martes se reúne para, con casi toda probabilidad, tumbar también la Ley de Transitoriedad Jurídica, numerosas pancartas llamaban a no acatar más que las decisiones del Govern y del Parlament.

Los discursos tras la manifestación apuntaban en la misma dirección. El primero en tomar la palabra fue el presidente de la ANC, que celebró la masiva asistencia «pese a las amenazas y al miedo» y que subrayó en alusión a la jornada parlamentaria de la semana pasada: «Nos hemos dado una nueva legalidad, la única que reconocemos. Nuestro derecho cree en la democracia y en el pueblo, no en la indivisible unidad de la patria».

Tampoco renunció Sànchez a presionar a los contrarios a la independencia, entre ellos a los líderes de Ciudadanos, PSC y PP que abandonaron el Parlament la semana pasada en señal de protesta por los manejos de Forcadell y la mayoría soberanista. «Arrimadas, Albiol, Iceta, Coscubiela: no os escondáis, poneos al lado de la democracia, faclitad que las urnas hablen. Ya hemos sido convocados y el pueblo hablará», aseguró.

Puigdemont aprovechó la movilización para instar al Gobierno a pactar el referéndum. El presidente de la Generalitat no quiere hablar de ninguna otra cosa que no sea una consulta sobre la independencia, y por eso es consciente de que Rajoy no accederá a su petición. Pese a todo, afirmó que estará abierto «hasta el último minuto a negociar» sobre los términos de esa votación, como su fecha o la formulación de la pregunta.

Mientras Puigdemont hablaba, empezaba la inevitable guerra de cifras. La Guardia Urbana de Barcelona contó a un millón de personas. Sociedad Civil Catalana, entidad contraria al independentismo, rebajó la asistencia a 225.000 manifestantes. Y la Delegación del Gobierno en Cataluña se quedó en una cifra intermedia, y habló de 350.000 almas. NAVARRA INFORMACIÓN/EFE

About The Author

Otras noticias publicadas

2 Comentarios

  1. Eduardo

    Los independentistas se han apropiado de un día que, en principio, debería ser festivo para todos los catalanes. Hoy, más de la mitad de catalanes no tienen nada que celebrar, a pesar del ruido que darán los intolerantes.

    Responder

Responder

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies