Avanzadas las elecciones del 26 J, tras las del 20 de diciembre de 2005, y con la amenaza de unas terceras elecciones, las encuestas y sondeos comienzan a hacerse un hueco y a intentar captar el protagonismo de analistas y titulares.
Los resultados coinciden con la preferencia de los encuestados a favor de la conformación de un gobierno del PP (partido más votado) con la abstención del PSOE y apoyo -ya pactado- con Ciudadanos. Aunque distanciándose en los porcentajes a favor o en contra.
Considerando que más de la mitad (52,2%) de los encuestados cree que Rajoy es un obstáculo para el desbloqueo político y la formación de gobierno, cabe destacar que casi el 90% (84,6%) de los encuestados por Sigma Dos cree que la situación política de España es mala o muy mala y arroja bastante pesimismo sobre la capacidad de los partidos para acabar con la crisis institucional. Además menos del 36% de los españoles ve factible la formación de gobierno frente al 45,9% que se inclina por la convocatoria de unas terceras elecciones.
Esto es lo preocupante. El hartazgo de los ciudadanos se ha convertido en pesimismo y falta de confianza. Algo que tiene fiel reflejo en el inerte crecimiento económico, economía financiera e inversión, que, conocido el pacto entre PP y C’s y la fecha de investidura, la respuesta ha sido negativa.
La irresponsabilidad de los partidos pasará a examen antes o después y quizá el resultado no sea el que tienen estudiado y pre-meditado cada uno de los cuatro partidos nacionales.
Lo que cuenta ante todo en los países serios son los intereses generales. España no es un país serio, no solo por su sistema político nocivo (exceso de protagonsimo de los nacionalistas que demasiadas veces han tenido la llave de la gobernabilidad del Estado), sino porque carecemos de unidad. Priman los intereses particulares. Así nos va.