Un nuevo esqueleto entero de tapir de hace 3,1 millones de años ha sido descubierto en el yacimiento Camp dels Ninots de la localidad gerundense de Caldes de Malavella, un espacio que concentra el 70 por ciento del registro fósil mundial de esta especie animal.
El hallazgo se ha producido dentro la campaña de excavaciones desarrollada este mes bajo la dirección del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y convierte este espacio en el que concentra el 70 % del registro fósil mundial de esta especie animal.
El esqueleto hallado está “en conexión anatómica”, según la terminología de los especialistas, ya que las partes del cuerpo se encuentran donde les corresponde.
Los codirectores de este proyecto de investigación, Bruno Gómez y Gerard Campeny, han explicado que “si bien en Europa hay muchos otros yacimientos con restos aislados de tapir, el de Camp dels Ninots es el único que los conserva enteros y en un estado excepcional”.
Las medidas del tapir que ha aparecido estos días son las de un individuo joven de aproximadamente 1,80 metros de largo y 1,30 de altura que pesaba 250 kilos y pertenecía a la especie ‘Tapirus arvernensis’.
Estos animales eran muy abundantes en el Mediterráneo hace 3,1 millones de años, en un momento en el que regía un clima subtropical más húmedo que el actual con temperaturas suaves, poca estacionalidad y abundantes precipitaciones.
Bosques de laurel
Uno de los rasgos característicos de la vegetación de Europa occidental de aquella época es que predominaban los bosques de laurel de hoja perenne como los que se encuentran en el sureste de China o en el delta del Mississipi.
El yacimiento de Camp dels Ninots ha permitido reconstruir el paisaje de la zona gracias a las abundantes huellas de restos vegetales, especialmente hojas y frutos, que han quedado atrapadas en los sedimentos.
Los estudios realizados permiten distinguir la existencia de una vegetación acuática con plantas que vivían sumergidas en zonas poco profundas y otra de bosque de riera con chopos y sauces junto a la presencia destacada de laureles, encinas, acebos y algunos árboles caducifolios como los nogales.
Los tapires encontraron en este contexto ambiental las condiciones idóneas para desarrollarse, ya que se trataba de mamíferos muy corpulentos que basaban su alimentación en hojas y frutas.
Además, un antiguo lago cercano proporcionaba, junto a comida suficiente, refugio ante posibles ataques de animales carnívoros de la zona.
La extinción de los tapires de Europa a principios del Pleistoceno, hace entre 2,8 y 2,5 millones de años, fue consecuencia de un cambio climático regido por los ciclos de los períodos glaciares e interglaciares, momento en que el paisaje subtropical fue sustituido por el mediterráneo.
Los tapires se encuentran actualmente en zonas muy concretas de Centroamérica y Asia, especialmente China y Sumatra, y el denominado ‘tapirus indicus’, de pelaje blanco y negro, es el que corresponde a la especie viva más relacionada con la que habitó en Camp dels Ninots. EFE