Cinco puntos separan a Orvina de la permanencia y tan sólo quedan seis en juego. Una misión complicada para el equipo de Pamplona, que no baja los brazos y sabe que tiene que ganar los dos encuentros (Móstoles y Valdetires Ferrol) y esperar que el Rioja sume, como mucho, un punto en las dos jornadas que restan.
Dos finales aguardan a las rojillas, la primera de ellas contra el Móstoles el sábado a las 18:00 (horario unificado) en el polideportivo Ezkaba. Las madrileñas son novenas con 34 puntos, tras ganar en 11 ocasiones, perder 16 partidos y empatar 1. En la ida, Orvina cayó por 3-2 en un envite en el que mereció mejor suerte, pero en el que no supieron materializar las numerosas ocasiones de las que dispusieron.
Esta vez, el partido se presenta distinto. El Móstoles llega a Pamplona con algunas bajas, entre ellas la de la portera navarra Ana Etayo (formada en las filas del Orvina) que ha sido operada recientemente de uno de los dedos de su mano. Las de Pamplona también han sufrido cambios en su plantilla estos meses, a causa de diversas lesiones.
Así las cosas, se prevé un enfrentamiento duro y complicado para las de casa, que no pueden ceder ni un solo punto si quieren seguir teniendo opciones de permanencia. Si no ganan, ya estarán matemáticamente en Segunda y, si suman los tres puntos, tendrán que mirar a Majadahonda, donde juega el Rioja, que con un triunfo mandaría a las navarras a la división de plata.
“Vamos a hacer nuestro trabajo y luego miraremos a otros campos. Es el último partido de esta temporada en casa y queremos despedirnos de nuestro público ofreciéndoles el triunfo en un buen encuentro”, señala Íñigo Aquerreta.
Para este duelo decisivo, el entrenador rojillo volverá a contar con la jugadora del filial Ana Vidondo, así como con Irati Álvarez, Rebeca Urretavizcaya, Anna Riera, Luci Gómez, Patri Corral, Miriam Arana, Jessi Tena, Maialen Arana, Yarima Miranda y Adela Griffiths.
