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Cantar en lugar de hablar a los bebés para mantenerlos en calma durante más tiempo

Los resultados de una nueva investigación sobre reacciones de niños muy pequeños ante una voz que habla o la misma voz cantando, son muy reveladores de la magnitud de este vínculo entre nuestra especie y la música

A pesar de que existen muchas formas para expresar identificación psico-sociocultural, la música es la única que nos involucra a todos. Junto con el lenguaje, esta manifestación artística (pues requiere de habilidad) y cultural (pues es parte de nuestra forma de vida) es uno de los únicos mecanismos que, aparte de aparecer sólo en la especie humana, se desarrolla de forma fenotípica, es decir, viene en nuestros genes, se activa con la interacción y se hace notoria concretamente. La música tiene su mayor influencia en la adolescencia, cuando el ser humano busca definir la personalidad que tendrá en su estado adulto.

Los resultados de una nueva investigación sobre reacciones de niños muy pequeños ante una voz que habla o la misma voz cantando, son muy reveladores de la magnitud de este vínculo entre nuestra especie y la música.

Isabelle Peretz, Mariève Corbeil y Sandra E. Trehub, de la Universidad de Montreal en Canadá, investigaron las reacciones de niños de muy corta edad ante el habla en un idioma desconocido o el canto en ese mismo idioma.as investigadoras tomaron todas las precauciones necesarias para asegurar que la reacción de los niños ante la música no estuviera influenciada por otros factores, como la sensibilidad frente a la voz de la madre.

En primer lugar, tanto la música como el habla que escucharon los niños eran de un idioma desconocido para ellos, concretamente turco. En el caso del habla, esto incluía las locuciones en el estilo normal en el que un adulto dialoga con otro, así como las locuciones en el tono meloso con que los adultos suelen hablarles a los bebés y niños muy pequeños). Con esta primera precaución, quedaba asegurado que tanto el contenido de la canción como el del habla no fueran reconocibles.

En segundo lugar, los bebés no fueron expuestos a ningún otro estímulo. Aunque sus padres estaban en la habitación, se hallaban sentados detrás de ellos, así que sus expresiones faciales no podían influir en las de sus niños. Estos fueron expuestos a grabaciones, en vez de a interpretaciones en directo, para asegurar que estas fueran idénticas para todos los niños y que no hubiera interacciones sociales entre el intérprete y el niño.

Las investigadoras hicieron sonar las grabaciones hasta que los niños pequeños mostraron la inconfundible cara de hastío y ganas de llorar, por el rato transcurrido, muy largo para su limitada paciencia. Durante su audición de la canción turca, los bebés permanecieron calmados durante un periodo promedio de aproximadamente nueve minutos. Para el habla, solo estuvieron calmados durante aproximadamente la mitad de ese tiempo, tanto si el habla era del estilo de la dirigida a un adulto como si era del estilo de la dirigida a bebés.

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