
Asistimos con horror a la catástrofe provocada por el terremoto en Nepal. Hace pocas semanas, asistíamos también con horror al desastre provocado por un copiloto en los Alpes. Y hace pocos días al asesinato de un profesor en Barcelona.
Todos ellos han provocado la muerte de inocentes y todos ellos han sido y son noticia.
Nuestro mundo avanza, se mueve muy deprisa. Lo que hoy es noticia, pronto dejará de serlo. Solo quedará en la mente y en la vida de los afectados, familiares o supervivientes.
Ante la fugacidad, la rapidez de los acontecimientos que nos hace pasar página y esperar nuevas noticias, deberíamos hacer un alto en el camino, para que, nosotros los lectores, además de ver, escuchar, leer las noticias solamente, pudiéramos reflexionar ante tamaños hechos y mostrar la humanidad que llevamos dentro, no ser sólo meros testigos de lo sucedido.