El Banco Central Europeo enfrentará una prueba crucial de su determinación de hacer «lo que sea necesario» para preservar el euro cuando adopte una decisión esta semana sobre la compra de deuda soberana para combatir la deflación y reactivar a la economía.
El asesor del máximo Tribunal de la Unión Europea y el Banco Nacional Suizo han abonado el camino para el alivio cuantitativo, o impresión de dinero, pero la férrea oposición del banco central de Alemania, de políticos y de la opinión pública de ese país podrían maniatar al BCE.
Ya no se discute la compra de bonos soberanos por parte del banco, algo que ha sido ampliamente anticipado, sino cómo se diseñará el programa y si será visto como creíble y suficiente.
El riesgo es que la institución que ha mantenido cohesionada el área de la moneda única a lo largo de cinco años de crisis de deuda adopte un plan de alivio que envíe la señal equivocada a los mercados, incumpla su objetivo y ponga en peligro su credibilidad.