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El santuario privado de las familias del 11-S abre por vez primera al público

El santuario privado de las familias del 11-S abre por vez primera al público

Museo del Estado de Nueva York 11- S

El santuario privado levantado por las familias de las víctimas de los atentados contra las Torres Gemelas durante los años posteriores a la tragedia se abrirá al público por vez primera con motivo del 13 aniversario de la tragedia que se cumple este jueves

Se trata de la llamada «Sala Familiar», que durante años ha ocupado una pequeña oficina del Liberty Plaza, cerca de la zona de los atentados. Allí, las familias han ido depositando, casi sin pensárselo, expresiones de amor hacia sus seres queridos.

Poco se ha sabido de esta sala porque nunca ha estado destinada a ser un espacio abierto al público. Las familias que acudían se concentraron en un espacio personal alejado de las grandes demostraciones de dolor.

«La gente redujo a nuestros seres queridos a un número de piso y de torre. Desde el principio nos declaramos absolutamente en contra de recordarles de esta manera», declaró al ‘New York Times’ Nikki Stern, cuyo esposo fue uno de los fallecidos, que describió la ‘Sala Familiar’ como «el principio de una narrativa controlada por las familias».

La sala fue abierta a las familias en abril de 2002 por cortesía de la propietaria del edificio, Brookfield Office Properties. El acceso estaba regulado por un documento exclusivo de los familiares: el de la identificación de allegado de fallecido bajo aprobación del departamento forense de la Policía de Nueva York.

En la vigésima planta del Liberty 1, los parientes podían descansar en amplios sofás de cuero en lo que inicialmente fue descrito como un «espacio de contemplación silenciosa». Pero con el paso de los meses los familiares tuvieron la idea de colocar objetos personales de los fallecidos para contribuir a crear un entorno que facilitara la comunicación para superar el trauma.

Entre los mismos, se encuentran desde fotos a animales de peluche hasta un tambor burundés, desde una biblia coreana a un par de gafas «para que veas mejor allí donde estés», reza una nota. Desde flores hasta sudaderas de la Policía de Nueva York.

Todas estas pertenencias han sido trasladadas al Museo del Estado de Nueva York, en Albany, a 150 kilómetros al norte de la Zona Cero en lo que es para el director del museo, Mark Schaming, «la colección más extraordinaria de los rostros de los fallecidos».

Las familias pueden entregar y llevarse cualquier recuerdo en cualquier momento durante el mínimo de dos años que permanecerá abierta la exposición. «No queremos nada que las familias no quieran que tengamos», ha declarado el director del museo.

En este sentido, todo el material ha sido trasladado con el absoluto consentimiento de las familias en lo que ha sido una decisión «extraordinariamente difícil para algunas de ellas», según una de las asistentes, Anthoula Katsimatides, que recuerda que el museo pone ahora «bajo escrutinio del público varios mensajes, recuerdos e imágenes de carácter íntimo y personal».

El Museo del Estado de Nueva York ha puesto a disposición del público un recorrido virtual con fotografías panorámicas y en alta resolución, que puede verse aquí.

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