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16 de septiembre: San Cornelio, Papa, y San Cipriano, mártires cristianos

La conmemoración en el mismo día de estos dos mártires, que el Martirologio Jeronimiano ya recuerda juntos, es muy antigua. La fecha elegida indica en particular la deposición del primero de la sede papal y la muerte del segundo por decapitación.

Cornelio, conocido como el Papa de la indulgencia, fue elegido en Roma, en el año 251, después de unos años de sede vacante debido a la persecución de Decio. Era de origen romano, reconocido como un hombre de Fe justa y amorosa. Su elección no fue aceptada por el hereje Novaziano, que se consagró antipapa y promovió un cisma en la ciudad de Roma.

Cornelio – que recibió el apoyo remoto del obispo Cipriano – fue acusado de ser demasiado débil con los «lapsi» (apóstatas que regresaban a la Iglesia sin la debida penitencia, sólo con un certificado de reconciliación obtenido de algún autodenominado confesor). En el año 252 las persecuciones contra los cristianos se reiniciaron y Cornelio fue desterrado a Civitavecchia por el emperador Treboniano Galo, quien al parecer le acusó de ofender a los dioses romanos y provocar con ello una epidemia en Roma, fue posteriormente encarcelado y murio tras sufrir gran martirio, según recogio Cipriano.

Tascio Cecilio Cipriano, de pagano a obispo, nació en Cartago en el 210.  ​ Fue un clérigo y escritor romano, obispo de Cartago, santo y mártir de la Iglesia. Autor importante del Cristianismo primitivo de ascendencia bereber. Un día le fue anunciada la palabra de Jesús y se convirtió a la Fe cristiana.

En el año 246 fue ordenado sacerdote y consagrado obispo de su ciudad. Época de ataques, muerte y martirios contra los cristianos. Persecuciones de Decio, luego las de Galo, Valeriano y Galio, Algunos en lugar de morir por su Fe, decidieron renegar y regresar al paganismo, para mas tarde volver.  La indulgencia y benevolencia del obispo Cipriano para reacogerlos lo involucró en la disputa «lapsi», luchando contra el sacerdote Novato, partidario local del antipapa Novaziano, y contra el diácono Felicísimo que había elegido a Fortunato como antiobispo. En el año 252 logró convocar un Concilio en Cartago y condenarlos, mientras que el Papa Cornelio, desde Roma, confirmó su excomunión.

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