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“Socialismo a pequeñas dosis” o “toda situación mala es susceptible de empeorar”

Terminaba mi artículo de la semana pasada con una frase del discurso de Nikita Khrushchev –primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de la desaparecida Unión Soviética entre 1953 y 1964 en la sede de Naciones Unidas –esa O.N.U. que podrían ser las siglas de Organización Nada Útil– el 29 de septiembre de 1959 –nada menos que hace casi 62 años–, y la calificaba yo como “toda una predicción para los estados demoliberales”, desde el análisis que me permite la comparación de esa afirmación con lo que hemos visto –y seguimos viendo, el último Perú– en no pocos países hispanoamericanos desde entonces y en España en las últimas cuatro décadas. La frase en cuestión era la siguiente: “…Los hijos de tus hijos vivirán bajo el comunismo. Ustedes, los occidentales, son tan crédulos que no aceptarán el comunismo directamente, pero seguiremos alimentándoles con pequeñas dosis de socialismo hasta que finalmente despertarán y descubrirán que ya tienen comunismo para siempre. No tendremos que pelear con ustedes. Debilitaremos tanto su economía, hasta que caigan como fruta madura en nuestras manos. La democracia dejará de existir cuando les quiten a los que están dispuestos a trabajar y se lo den a aquellos que no». Y lo remataba por mi parte añadiendo que “Tal vez, en el indiscutible éxito más que aparente de esa predicción todavía no completada, habría que buscar los orígenes de la situación actual en el mundo y actuar lo antes posible para evitar que se convierta en una realidad irreversible”.

No imaginaba yo que el fin de semana nos iba a traer un paso más en ese avance “a pequeñas dosis, de socialismo” –cada vez menos pequeñas y más comunistas– que anunciaba el dirigente ruso y que dejan patente lo que algunos no quieren ver todavía, que el socialismo conduce al comunismo. ¿Qué, si no, es lo que adelantó el “periódico” oficial del socialismo español, El País, sobre la pretendida Ley de (In)Seguridad Nacional que, al parecer, ya se ha visto en el consejo de ministros y que si llega tal cual al Congreso será aprobada con el voto de la mayoría de minorías parasitarias que se nutren del sátrapa Falconeti? No es otra cosa que una nueva maniobra de “Napoleón” Sánchez para imponer un régimen comunista totalitario en el que, de paso, su jefe de gabinete “Squaler” Redondo sale aún más reforzado, con plenos poderes sobre los medios de comunicación.

Rescato de mi hemeroteca particular un guión de 8 puntos –mejor sería llamarlos objetivos– que me llegó en algún momento y cuyo autor desconozco, pero que comparto, aunque no necesariamente por ese orden, sobre “Cómo se crea un estado socialista” a partir de estos “ocho niveles de control”: 1) Atención médica: controla la atención médica y controlarás a las personas. 2) Pobreza: aumenta el nivel de pobreza lo más alto posible, las personas pobres son más fáciles de controlar y no lucharán si se les proporciona lo indispensable para que coman. 3) Deuda: aumenta la deuda a un nivel insostenible. De esa manera, se pueden aumentar los impuestos, y esto producirá más pobreza. 4) Control de armas: elimina la capacidad de defenderse de vuestras naciones. De esa manera pueden crear un estado policial. 5) Bienestar: toma el control de todos los condicionantes de sus vidas (alimentos, vivienda, ingresos), porque eso los hará totalmente dependientes del gobierno. 6) Educación: toma el control de lo que la gente lee y escucha y asegura el control de lo que los niños aprenden en la escuela. 7) Religión: elimina a Dios de vuestras vidas, en los gobiernos y en las escuelas, porque la gente necesita creer sólo en el socialismo, convencidos de que es lo mejor para ellos. 8) Lucha de clases: divide a las personas entre ricos y pobres. En definitiva, elimina la clase media, y esto causará más descontentos y será más fácil gravar a los ricos con el apoyo de los pobres.

En mi opinión, en España se empezó por el punto 6) Educación, para ir aborregando poco a poco a las nuevas generaciones, desde leyes nefastas –a mi juicio ya no fue una buena decisión la LGE (Ley General de Educación) de Villar Palasí en 1970– que iban eliminando del programa el esfuerzo y el mérito, para imponer la “igualdad por abajo” que tanto le gusta a la izquierda y empoderar al niño frente al profesor, empezando en la etapa de Felipe González por la LODE de Maraval en 1985, seguida por el desastre de la LOGSE de Solana/Rubalcaba en 1990, para continuar con la LOE de Zapatero en 2006, que rematará la LOMLOE de Sánchez/Celaá de 2020, que entra en vigor este año 2021. Ni el intento de José Mª Aznar con su LOCE de 2002, que no llegó a aplicarse –el por qué tardó seis años en aprobarla y no implantarla enseguida, pese a su mayoría absoluta, será algo que él sabrá– ni la descafeinada LOMCE de Mariano Rajoy en 2013, también con mayoría absoluta, modificaron realmente la deriva educativa que entre las propias esencias de las leyes menguantes y la cesión de las competencias a las taifas autonómicas que las utilizaron en su mayoría para sus fines nacionalistas o regionalistas, escasos o inexistentes al principio, son causantes de buena parte del deterioro actual. Casi al mismo tiempo, y en buena parte ayudado por la que sería su principal víctima, la propia Iglesia y las comunidades religiosas que se avinieron al concierto de la enseñanza, para desconcierto de muchos padres, profesores y alumnos, pero introducido con “suavidad” en la línea apuntada por Khrushchev –“pequeñas dosis”–, empezó la actuación en el objetivo 7) Religión y los resultados los tenemos en nuestra masa social, no sé si ya mayoritaria pero desde luego mucho más numerosa de lo deseable, que ha trascendido a la más mediocre representación política y parlamentaria que podríamos haber imaginado en 1978 pero que, como le decía Gabriel Rufián a su socio Pinocho Sánchez, “denos tiempo…” que lo será.

Y si esa ley, más “de supremacía de Sánchez” para su poder absoluto, que realmente de seguridad Nacional, que no lo será en sus manos y presionado por sus “socios”, sale adelante, que con los mencionados socios saldrá, estaremos, de facto, en una modificación velada de una parte sustancial de algunos artículos –30 y otros– de la Sección 2ª –De los derechos y deberes de los ciudadanos– del Capítulo Primero del TÍTULO I de la Constitución –De los derechos y deberes fundamentales–, verdadero objetivo del socialcomunismo desde que llegó al gobierno en Enero de 2020 y a un paso del “Exprópiese” de Hugo Chávez, tras su última Ley Habilitante de 2007, que recuerda a la de Adolfo Hitler de 1933, que le daba el derecho a aprobar leyes sin la participación del parlamento y que acabó con la democracia alemana y la Constitución de 1919. Porque ese “anteproyecto”, del que “ya se ha informado de su contenido a las comunidades autónomas y a “algunos grupos parlamentarios” –podemos suponer a cuales– dice que «Toda persona mayor de edad, estará obligada a la realización de las ‘prestaciones personales’ que exijan las autoridades competentes –toda una hipérbole entre tanta incompetencia política–, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad Nacional, cuando se declare en España un estado de crisis. En este supuesto, todos los ciudadanos, sin excepción, deberán cumplir las órdenes e instrucciones que impartan las autoridades”. Estado de crisis que “define” el citado anteproyecto como «situación de interés para la Seguridad Nacional» que, a falta de más explicación, hace pensar que será el “interés de Sánchez y el nacionalismo”, para el que también valen las siglas ISN. Y por si faltan motivos de preocupación ante el último capricho megalómano de Producciones Sánchez/Redondo, dice ese borrador que se ha “filtrado” a El País que “las autoridades también podrán proceder a la requisa temporal de todo tipo de bienes, a la intervención u ocupación provisional de los que sean necesarios o a la suspensión de todo tipo de actividades. Quienes sufran perjuicios económicos por la requisa de sus bienes o la interrupción de su actividad tendrán derecho a ser indemnizados”. Menos mal que el citado “panfleto” socialista lo suaviza algo añadiendo que: “las medidas que se adopten serán graduales y proporcionadas a la situación que haya que afrontar y se limitarán al tiempo estrictamente necesario para superar la situación de crisis” –es decir, seis meses de estado de alarma o lo que le haga falta a Falconeti–, lo que deja un pequeño lugar a la esperanza. Y para que no falte de nada y como apuntaba al principio, le confiere a su alter ego, Iván Redondo –algún optimista dejaba caer hace unos días que ya estaba pensando en dejar la política y dedicarse a ganar dinero de la empresa privada–, el poder absoluto sobre los medios de comunicación para los que se incluye “la obligación de colaborar con las autoridades competentes en la difusión de informaciones de carácter preventivo u operativo”.

Como era de esperar, no tardaron en aparecer algunas reacciones de representantes de otros partidos políticos, entre ellos Daniel Lacalle, próximo al Partido Popular, que dijo en Twiter que “Si esta ley fuera de Aznar, Rajoy o Zapatero, ustedes y yo estaríamos igual de indignados”, y me sorprendió que incluyera a los tres en una línea de “paralelismo” –no me atrevo a decir, ni siquiera como hipótesis, de igualdad–. Como me pareció, una vez más, que don Daniel, con el respeto y cariño que él sabe que le tengo, no conoce bien ciertas partes de la Historia de España, me animé a contestarle en la misma red social con el siguiente comentario: “A Zapatero sólo le faltó tiempo. Los otros dos no tocaron nada de lo que heredaron desde el punto de vista ideológico y así estamos ahora. Sánchez se encontró el terreno abonado en lo social y educativo y no hizo sino continuar lo iniciado por el asesor de Maduro”. Y le añado ahora que la cosa viene de más atrás, es decir, de Felipe González, que sembró las bases para lo que vino después en lo educativo, social o nacionalista aunque, como decía al principio que apuntaba el primer secretario soviético, lo hizo en “pequeñas dosis” –muy grandes algunos pasos, CGPJ, LOGSE, Contratos, etc., pero insignificantes comparados con los de sus sucesores– y no con cambios abruptos como Zapatero –Memoria histórica, LOE y educación para la ciudadanía, matrimonio homosexual o aborto, por citar algo– o como ahora Sánchez con el frente popular 2021, pactos con comunistas y nacionalistas, estado de alarma ilimitado, indultos a políticos delincuentes, leyes trans y del Sí es sí o, ahora, esta ley absolutista que pretende para “asegurarse” él. Y es que, repito, ya lo decía Khrushchev en 1959, socialismo, paso a paso, hasta el comunismo final. Y mientras, la derecha sin enterarse, y esos medios metamórficos y multicolores del azul al verde pasando por el naranja, animando a la división que le hacía el juego al déspota que se desternillaba de risa mientras veía la maniobra del 1+1+1 –“divide y vencerás”– y la petición del voto para el “suyo”, en lugar de predicar a diestro y siniestro lo de “la unión hace la fuerza” que, junto a valores como familia, solidaridad, convivencia, justicia social, etc., nos enseñaban en aquella “malvada” Formación Política franquista, como el antes citado y otros muchos dicen sin saber de lo que hablan.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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