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Producciones Redondo se esmera y el Rey prefiere “Expedir” que “Ejercer”

Exactamente ocho días después de que un buen número de ciudadanos, que representábamos sin duda a la inmensa mayoría de los españoles, nos concentráramos en la madrileña Plaza de Colón para expresar la repulsa al insulto a nuestra democracia y la traición al espíritu de la Transición de 1978 por los que avanzaba el asaltante al poder desde una triquiñuela legal, se nos anunció a bombo y platillo, y con la ampulosidad que caracteriza al personaje, lo que no era sino la “crónica de una muerte anunciada”, el forzado e interesado indulto a unos delincuentes, condenados por el delito de sedición y malversación de fondos públicos contra nuestro Estado y contra nuestro sistema.

En un escenario cuidadosamente preparado al que no se dignaron asistir los que le aprietan en cierta parte y a la postre son los principales beneficiados, bajo una luz cenital y rodeado de penumbra para ayudar al “humilde” protagonista a ser el centro –y casi el único ser sobre la Tierra en ese momento–luminoso e “iluminado” del esperpento –que me perdone don Ramón María del Valle Inclán–, cual tenor o actor, que es para lo que está destinado ese escenario –dudo que sirviera para lo primero, pero lo de ‘actor’ le cuadra perfectamente dadas su sobreactuaciones en cada aparición– y con todo estudiado –incluso la débil iluminación lateral del recinto, en la que lucían unas bombillas replicando el emoticono de la sonrisa–, para vendernos su cantada sumisión –en forma de letra de cambio– al separatismo al que nunca iba a “condicionar la gobernabilidad del País”, decía el “presimiente” en 2019, una más de sus falsedades que lo caracterizan y que ahora culmina con la falacia que vendía el martes de que iba a “proponer al consejo de ministros” –como si no supiéramos que ya estaba todo el pescado vendido–. Porque, ¿qué debate iba a haber en esa numerosa y ampliada mesa de súbditos que se sientan cada martes en Moncloa para “debatir” el “Sí, bwana Sánchez” –algunos de forma incomprensible, porque podrían vivir muy bien de sus profesiones sin someterse a semejante dictadorzuelo, resentido y sectario, de no ser muy parecidos a él en su falta de principios–, en la que todos parecen estar encantados de haberse conocido contribuyendo, por acción o por omisión, a la destrucción de lo que va quedando de la España que algunos conocimos?

Esta vez, el Squaelar que filtraba y protegía al cerdo Napoleón de Rebelión de la Granja –es lo que tienen las coincidencias de comportamiento, que permiten ciertas comparaciones–, el que se “tiraría por un barranco” por su jefe, en una muestra de sumisión mercenaria, propia de quien se siente suficientemente “recompensado” –porque no es una cuestión de principios que, aunque muy cuestionables, tendría una explicación, sino una venta pura y dura– se esmeró a conciencia y le preparó un discurso al Pinocho charlatán que, esta vez sí, casi parecía tenerlo interiorizado y bien aprendido –le iba su vida política (el autoindulto, que decía el TS) en ello y lo preparó a conciencia–, ya que no se le vio leer como casi siempre y sin saber lo que dice. En esta ocasión era muy consciente de que estaba vendiendo su seguro de permanencia en Moncloa en un nuevo intento de completar la legislatura y hasta decía entender “la diferencia de opinión de algunos e incluso sus razones”, expresadas en ese salón de actos por no pocos pitos que trataban de cubrir los sumisos con sus aplausos –tal vez entre ellos esos ‘empresarios catalanes’ que lo apoyan– y que en un nuevo gesto de “valentía” –o necesidad, como bien apuntaba Rufián en el Congreso– a los que ya nos tiene acostumbrados, salía por la puerta de artistas –es decir, por la de atrás– para no enfrentarse con lo que hubiera sido una muestra más del clamor popular que despierta su presencia por donde va pasando. Como, después del consejo de ministros, explicaba la crónica de una muerte anunciada en rueda de prensa sin preguntas: “Comparezco ante la opinión pública española para informar de que el consejo de ministros –o sea, yo– ha acordado conceder los indultos a los nueve condenadpos…”. De nuevo el “rey de la transparencia” comparecía por plasma –lo que tanto criticó a Mariano Rajoy–en su esencia totalitaria, vendido al comunismo y al nacionalismo separatista con tal de seguir, “como sea” –que decía el falaz Zapatero–, ampliando su álbum de fotos, aunque se trate de “cumbres” al asalto de 29 segundos.

Dijo que tomaba esa decisión desde la “concordia”, que va a ser tanta que ya veremos si se salva España o volvemos a “la primavera de 1936”, como acertadamente comentaba hace unos días José Manuel Otero Novas, exministro de Presidencia y Educación con Adolfo Suárez, y para “volver a empezar”, una frase que encierra una trampa y que vendía como una esperanza de, mediante la negociación y el diálogo, pretender recomenzar la vía política, como los indultados no han tardado ni un minuto en dejar claro a su salida, como venían haciendo desde la cárcel en cada ocasión que han tenido en ese encierro a medida que han “sufrido”: “lo volveremos a hacer” y mostrando un cartel de “Libertad en Cataluña”. Un diálogo en torno a una mesa para tratar “políticamente” un conflicto artificial inexistente en el fondo –a final de los 70, podía ser un “conflicto” para una docena de catalanes, media de vascos y un gallego despistado–, que sólo esconde la insaciable voracidad de sus interlocutores –hoy numerosos, después de cuarenta años de abandono de la educación y de mirar para otro lado ante los desafíos crecientes de los reyezuelos que produjo el “café para todos”–, demostrando que, como muchos políticos, sigue sin enterarse de que el nacionalismo separatista sólo se acaba desde la firmeza y no parará mientras vaya avanzando en sus objetivos, que ya ve más próximos, como vienen adelantando en sus declaraciones, y ahí está la trampa de ese “volver a empezar”,,, los desmanes de Octubre de 2017. Ellos, van a volver a las andadas y ya veremos en qué acaba la cosa cuando se plantee de frente el ansiado referéndum de “consulta” para camuflar el de autodeterminación, que es el que buscan para, en el siguiente paso a los indultos, reclamar, como ya han avanzado, la amnistía a los condenados y fugados por y de la Justicia y proclamar de nuevo la república catalana, a lo que, esta vez, dudo que reedite su discurso Don Felipe VI.

También quiso vender su generosidad por un –tan falso como él– sentido de “utilidad pública”, la de unos pocos, claro, empezando por la suya, para seguir “como sea” en Moncloa, con el Falcon y el BOE a su disposición y continuar así abusando del poder que nunca debió haber conseguido ¿verdad, Sr. Rajoy, Sr. Abascal, Sr. Rivera y comunicadores –ahora verdes– del 1+1+1? Y, también, la utilidad de los 9 políticos presos por sedición y malversación, los tres fugados, sus cientos de fieles acólitos y palmeros que cuelgan de los Presupuestos Generales del Estado –que en su día se convirtieron en Presupuestos Gora ETA– y, siendo muy generoso, de ese escaso 1.361.000 catalanes que votaron la opción nacionalista en Febrero de 2021, que representan al 48 % de los que acudieron a las urnas, un 23’5% de catalanes si consideramos la abstención de casi el 49% que hubo.

Y para “enmascarar” el indulto, el “niño de la concordia” recurre, en una paradoja macabra, a anunciar la supresión de las mascarillas a partir del próximo sábado, en una muestra más de la “docilidad” de este virus con la casta política –curiosamente no se ha conocido un caso trágico entre los que lo dominan– y en otro aliño de Producciones Redondo, a rebajar el IVA del consumo eléctrico al 10%, durante seis meses y para un pequeño colectivo de consumidores menores que deja fuera a más del 70% de empresarios y particulares que tienen contratos de más de 5’5 KW. En fin, engaño tras engaño y tiro porque me toca y hasta la próxima.

Para completar el esperpento y como era previsible, nuestro Rey prefirió “EXPEDIR” (Artículo 62.f) en lugar de “EJERCER” (Artículo 62.i), y rubricó los nueve decretos ”individuales” de indulto que enmascaran también un indulto colectivo, demostrando no haber tenido en cuenta el dictamen de Mario Conde, que será lo que sea, pero de Derecho sabe y argumentaba muy bien la alternativa de que la firma real no se produjera: https://elcorreodeespana.com/politica/265105749/EL-REY-NO-PUEDE–FIRMAR–LOS-INDULTOS–DE-LOS-CONDENADOS-POR-EL-PROCES–DE-ACUERDO-CON-LAS-NORMAS-CONSTITUCIONALES–VIGENTES-DESDE-1870-1978-Y-1988.html

En definitiva, en una mentira más, que ya no sorprende a nadie, Sánchez compra tiempo, nada más que tiempo para seguir en el poder y disfrutando de ese poder al que le ha permitido llegar el no haber hecho bien los deberes algunos de sus antecesores y la mediocridad creciente de la sociedad española que traga con casi todo. Pero ya han prometido tres de sus ministros, casi con la misma ampulosidad y rotundidad que su jefe decía que no se pondría en manos del nacionalismo ni negociaría con BILDU, que “no habrá amnistía porque eso no lo contempla la ley”, es decir, que no tardaremos en ver como tratan de cambiar la legislación para que quepa todo y que se pueda dar lo que negaba el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo “de Meritxell”: “En la ilegalidad cabe todo, en la legalidad cabe lo que cabe”, casi repitiendo aquello que el fundador del Partido Siempre Opuesto a España, el otro Pablo Iglesias (Posse), decía en 1910: “Nuestro partido respetará la legalidad siempre que nos permita alcanzar nuestros objetivos, si no, actuaremos en contra de la legalidad”, o sea, el “volver a empezar” de don Pinocho. Menos mal que hay excepciones y, de nuevo, Isabel Díaz Ayuso, clara y oportuna como siempre, ha reaccionado una vez más y ante la anunciada visita a Moncloa ha dejado su aviso: “Le voy a proponer al presidente que ya que la mayoría de los empresarios catalanes están a favor de estos indultos y de este camino a la independencia, que lo sufraguen ellos con sus impuestos y con su dinero y no los empresarios y los autónomos o el contribuyente madrileño. Que Madrid no está para pagar esta ‘fiesta’ a nadie”. Pues eso y que los indultos vayan seguidos, de inmediato, de la reposición de los fondos malversados por los sediciosos.

 

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