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Cómo protegerse después de la Cuarentena y actuar a nuestro favor

Nuestro sistema inmunológico psicológico funciona mejor cuando no tenemos que elegir, cuando no tenemos opciones; si nos dan a elegir, nos ponemos nerviosos y entramos en estrés porque muchas veces queremos ambas cosas. Por eso cuando solo tenemos una cosa, es más fácil, nos adaptamos a ella y dejamos de torturarnos. Por eso el gran científico de Harvard Dan Gilbert, dice -tras muchos experimentos-, que la libertad entendida como la habilidad de tomar decisiones y cambiar de opinión es amiga de la felicidad natural, pero es enemiga de la felicidad sintética.

Si en una reunión cualquiera, ves a alguien que se mete el dedo en la nariz, jamás te casarías con alguien así, pero si ya estás casada con alguien que se mete el dedo en la nariz -no tienes otra opción-, procuras que no toque la tarta de cumpleaños, y te dices a tí misma: «¡Tiene un corazón de oro y en la cama es extraordinario!». Así funciona la felicidad sintética, es encontrar una forma de ser feliz con lo que tienes y con lo que nos sucede. Por eso insiste el propio Gilbert: La felicidad sintética «la fabricamos» cuando no tenemos lo que queremos, contra la felicidad natural que es que tienes lo que quieres.

La forma con la que encaramos de frente la vida, eso es la felicidad sintética, no es ni mucho menos un engaño ni un conformismo. Es una forma inteligente y feliz de aceptar y aumentar nuestro sistema psicoinmunológico. “Un sistema de procesos cognitivos -en su mayoría no conscientes- que nos ayudan a cambiar las percepciones del mundo para poder sentirnos mejor en ese mundo en el que nos encontramos”.(“The surprising science of happiness”. La sorpresiva ciencia de la felicidad”, 2004) .

Si no conocemos todo esto, las cosas que nos ocurren pueden volverse en nuestra contra, y no ser felices. Saberlo nos hace cambiar las percepciones del mundo en el que vivimos a nuestro favor, y esto es un lujo que podemos utilizar -gracias a la felicidad sintética, interpreta a tu favor-, cada vez que nos encontremos en situaciones inhóspitas como puede ocurrir tras el confinamiento… Por ejemplo el optimismo, nos ayuda a tener una percepción positiva de las cosas, que nos hace ser más felices:¡Esto es felicidad sintética! Y, ese optimismo nos hace más fuerte nuestro sistema psicoinmune, y por ende más protegidos frente a cualquier amenaza o virus que se nos presente.

En 1642, Sir Thomas Brown -filósofo-, dice una frase que leerla te deja totalmente descolocado, si la piensas detenidamente; frase que el propio Profesor de Harvard ya citado, comenta en uno de sus estudios controlados en laboratorio: “Soy el ser vivo más feliz, tengo en mí lo que convierte la pobreza en riqueza, la adversidad en prosperidad, soy más invulnerable que Aquiles, la fortuna no tiene dónde golpearme”… El propio Gilbert se pregunta a sí mismo: ¿Qué especie de maquinaria tiene este sujeto en su cabeza para llegar a hablar de esta manera?… La misma que tenemos nosotros: Un cerebro que puede maquinar lo que cada uno quiera. Podemos programar nuestro termostato de la felicidad para situarnos en lo más alto de la horquilla de dicha felicidad, si quieres y si eres capaz con perseverancia de programar tu cerebro en tu favor. La cita del poeta indio Rabindranath Tagore nos lo resume: “Si tiene remedio, ¿de qué te preocupas? Y si no tiene remedio, ¿de qué te preocupas?”: ¡Esto es felicidad sintética, que tanta necesitamos ahora y siempre!

Cada uno de nosotros tenemos ese cerebro-¡esa maquinaria!-, del que hace gala en el siglo XVII el filósofo Brown; pues, a qué esperamos para llevarlo a cabo y fabricar felicidad sintética aún cuando no hayamos cobrado el ERTE, aún cuando estemos en paro, aún cuando mi mujer… La maquinaria cerebral y sabiendo lo que sabes ahora, nos tiene que ayudar a cambiar nuestras visiones del mundo aciago y hostil que nos rodea, para sentirnos mejor: Primero aceptar el tiempo que tenemos, cómo lo tenemos y cómo se desarrolla; segundo fabricar felicidad sintética, porque la necesito puesto que no tengo lo que quiero, y hago un reseteo cerebral para encarar la vida y los acontecimientos más a mi favor: ¡Tengo una familia, tengo padres, tengo amigos, una formación, una fuerza y voluntad para encajar lo que venga y saldré de esta, igual que he salido de otras crisis! La felicidad sintética es mucho más rica o más, que la natural, porque mi cerebro la crea y la desarrolla cuando la necesito, y sus efectos son igualmente beneficiosos para nuestro organismo, que la felicidad natural. Ahora la necesitamos para volver a una normalidad normal, porque nadie te va a dar nada, si tú «no te fabricas lo que necesitas».

Emilio Garrido Landívar , Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)

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