Personas con mascarillas. Pixabay
La próxima semana los trabajadores no esenciales (¿alguno no lo es?) vuelven a sus puestos de trabajo después de verse abocados a un permiso retribuido recuperable, dicen.
Hay dudas enormes sobre cómo se va a producir esta incorporación y, sin embargo, hay una certeza absoluta de que el número de contagiados va a aumentar.
Cuando desde el Gobierno de Sánchez, también el de Navarra, dice que va remitiendo la enfermedad y contagios, más medidas de protección. Las que antes no eran necesarias, ahora lo son, las consideradas como bulos, ahora son efectivas…
Parece que hubiera ya una obsesión por recuperar la normalidad, cuando ésta no va a volver en muchos meses.
Sí que es cierto que el país debe continuar, que la economía debe seguir su marcha, pero no es menos cierto, que la salud de mucha gente sigue peligrando y va a peligrar.
Son muchas las dudas y pocas las certezas. Un gobierno movedizo, falto de verdad, que no sabe por dónde caminar, no ayuda. Órdenes contradictorias en pocos días, en pocas horas. La última la de las mascarillas, ¿se deben o no se deben usar?
Sólo tiene claro prorrogar el confinamiento y reír a la salida del Congreso por haberlo conseguido.
No hay donde mirar ante un Gobierno preso de sus contradicciones. Un desastre.
