El radicalismo comenzó desde que alguien tuvo la lamentable idea de emplear la violencia para conseguir sus fines.
Aquí hoy en España tenemos varios radicales: los que han utilizado el asesinato y el vandalismo para conseguir su utópica Euskalherria, y siguen sin arrepentirse de ello, y los que quieren una República catalana y utilizan la violencia para conseguirlo -hoy algunos están siendo juzgados por ello-.
Curiosamente, y para sonrojo de la gente de bien, hoy ambos grupos gobiernan España, ya que apoyan a un Gobierno que se ha convertido en su testaferro para mantenerse en el poder.
Y dicho Gobierno llama radicales al resto, en un intento de trasladar su radicalismo adquirido y que los votantes -hay elecciones a la vista- castiguen, precisamente, a eso, a los radicales.
El mundo al revés.