El nacionalismo vasco acaba de mostrar su verdadera cara. Ya no se esconde. Quiere ya claramente anexionarse Navarra. La propuesta de modificación del estatuto de autonomía vasco quiere incluir en su preámbulo -añ igual que el de Cataluña- el concepto de Euskalherria y, con ello, quiere meter a esta tierra navarra en su comunidad autónoma, para alcanzar algún día una nación vasca.
El gobierno nacionalista de Navarra está de acuerdo. A falta de un año para las elecciones y ante unas encuestas que muestran la polaridad de la sociedad navarra, el nacionalismo vasco “mueve ficha” para recoger votos, para conseguir que vuelva a haber un triunfo electoral.
El debate lingüístico también está abierto. Un debate casi monotemático en el que el “euskera” se vuelve el gran protagonista al ser un elemento diferenciador, un elemento impositivo para una sociedad, la navarra, que no quiere está imposición.
Las iniciativas, como la del 2 de junio, deberían servir para unir, deberían servir para configurar una alternativa seria y creíble ante el empuje del nacionalismo.
Navarra debe mostrar lo que es, una tierra singular, peculiar, inserta dentro de la nación española. Navarra no puede ser nunca un “sujeto político”, al son de las veleidades nacionalistas.
