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Diez preguntas a Podemos

Diez preguntas a Podemos

Esta semana, la portavoz de Podemos, Irene Montero, ha logrado acaparar todos los titulares, y también muchas conversaciones, con una simple frase, en la habló de los portavoces y «portavozas» de los partidos, arreando así una importante patada al diccionario.

Se trata de un recurso político muy habitual: si la actualidad política te perjudica, porque los temas candentes te son desfavorables o porque has perdido la iniciativa, cambia de tema. Un maestro en este tipo de argucias es Donald Trump, que suelta la primera chorrada o la primera provocación que se le viene a la mente y consigue con eso que todos sus oponentes políticos dejen de hablar de lo que estaban hablando y pasen a hablar de él. Y a la vista está que esa técnica, a Donald Trump, le funciona: consigue marcar la agenda y consigue también acaparar titulares.

Así pues, no voy a ser yo quien embista la mulera que a todos nos pone doña Irene Montero. Me importan un comino las patadas que quiera dar al diccionario. Y de hecho, puesto que la señora Monteri recurre a esa técnica, entre otras cosas, para cambiar el tema de conversación, permítanme que le plantee a Podemos unas cuantas preguntas, entre las cuales quizá estén algunas de las que pretende eludir.

  1. Las encuestas marcan un lento, pero inexorable, declive de Podemos y sus franquicias. La última de Metroscopia otorga a Ciudanos casi el doble de voto que a la formación morada. ¿A qué creen que se debe ese declive?
  2. Si bien hay una relativa disparidad en las encuestas en lo que respecta a las estimaciones de voto, en lo que casi todas coinciden es en que Pablo Iglesias es el peor valorado entre los líderes de los grandes partidos. ¿A qué creen que se debe que Pablo Iglesias esté peor valorado incluso que Mariano Rajoy?
  3. Tras el descalabro de las elecciones catalanas, Pablo Iglesias compareció para reconocer que algo se había hecho mal y que la autocrítica era necesaria. Sin embargo, no aclaró qué es lo que se había hecho mal y todavía no se han hecho públicas las conclusiones de esa autocrítica, si es que se ha producido. ¿Ha terminado ya Podemos de analizar por qué ha fracasado tan clamorosamente en Cataluña?
  4. Parece razonable intuir que el motivo de su descalabro en esas elecciones autonómicas tiene que ver con su ambiguo posicionamiento en torno al golpe de estado separatista. Los electores constitucionalistas han percibido a Podemos como cómplice del separatismo, mientras que los separatistas han optado por votar a los originales (ERC y CUP) en vez de arriesgarse con ninguna copia. ¿Cree Podemos que ese es el motivo de su fracaso el pasado 21-D?
  5. A pesar del varapalo cosechado, esta semana Ramón Espinar ha vuelto a afirmar, en TV3, que Podemos apuesta por la plurinacionalidad, lo que indica que sigue sin existir un propósito en enmienda en lo que parece que es la principal vía de agua de Podemos. ¿Qué repercusión creen Vds. que eso tendrá en la evolución futura del voto a Podemos, dentro y fuera de Cataluña?
  6. Carolina Bescansa ya advirtió, mucho antes del 21-D, del error que suponía que Podemos jugara a la ambigüedad en el tema nacional, en vez de defender claramente a España de las maniobras antidemocráticas del separatismo. Puesto que los resultados del 21-D apuntan a lo acertado de su análisis, ¿piensa Podemos rehabilitar a Bescansa o, por el contrario, se van a seguir ignorando, e incluso castigando, todas las apelaciones a la sensatez que se hagan desde dentro de Podemos?
  7. Dados los claros errores de estrategia, que se han plasmado en unos pésimos resultados, y dado que las encuestas auguran unos resultados futuros aun peores, ¿hay alguien en Podemos diseñando algún tipo de plan para evitar que el partido se limite a morir a cámara lenta?
  8. Dado que todos los que advertían, desde dentro del partido, de los errores de estrategia o criticaban la línea oficial, han sido apartados, defenestrados o depurados, ¿existe en estos momentos algún órgano colegiado en Podemos que represente verdaderamente el sentir de la militancia y que contrapese el poder aparentemente omnímodo del líder del partido?
  9. Dado que la izquierda equivalente a Podemos en otros países de nuestro entorno (por ejemplo, Syriza en Grecia o Jean Luc Melenchon en Francia) no tiene problemas con el concepto de unidad nacional, ¿a qué cree Pablo Iglesias que se debe que Podemos sea una anomalía? ¿Se debe quizá a que el propio líder del partido es incapaz de superar sus fobias ideológicas personales?
  10. Dado que la no defensa de los intereses nacionales de España impide conseguir que los españoles se unan detrás del proyecto político de Podemos, ¿cómo piensa Pablo Iglesias conseguir nunca llegar al poder?

El próximo mes de mayo se cumplirán cuatro años desde las últimas elecciones europeas, esas elecciones que supusieron la irrupción en la escena política de Podemos y del propio Pablo Iglesias. Y la verdad es que resulta sorprendente la rapidez con la que han envejecido todas las ilusiones que Podemos despertó en mucha gente, no necesariamente de izquierda. Podemos nació como una alternativa a un sistema que se percibía, por muchos españoles, como anquilosado, viejo y corrupto. Pero la evolución de Podemos en estos cuatro años ha llevado al partido y a su líder a la posición de mera muleta de lo más anquilosado, viejo y corrupto de ese sistema que decían querer combatir: los nacionalismos periféricos.

Supongo que el punto de inflexión fue aquella manifestación en la Puerta del Sol de enero de 2015, celebrada cuando Podemos tenía en las encuestas su máximo: un 30% de estimación de voto. Pablo Iglesias tuvo la oportunidad de impulsar un proyecto transversal que agrupara a los españoles en torno a Podemos. Pero optó por el tacticismo, en la esperanza de convertirse en la fuerza hegemónica de la izquierda, por el procedimiento de absorber primero a Izquierda Unida y luego al PSOE. Pero midió mal sus fuerzas y ahora Podemos se enfrenta a la perspectiva de languidecer hasta su inevitable extinción.

Más aun: la renuncia de Podemos a defender los intereses de España deja sin representación política a aquellos españoles que, sintiéndose excluidos por el actual sistema político, aman sin embargo su nación y consideran que España está por encima de su clase política. Lo que implica, como avisaba no hace mucho un periodista tan poco sospechoso de derechismo como Antonio Maestre, que antes o después será un partido a la derecha del PP el que termine por recoger esos votos, como sucede en casi todos los países de nuestro entorno.

Resulta curiosa la abundancia de personas en España expertas en desaprovechar las oportunidades que el destino les brinda. Podemos y Pablo Iglesias pudieron tenerlo todo hace tan solo tres años. Ahora, se ven forzados a hablar de «portavozas» para tratar de conseguir algún titular.

Sic transit gloria mundi.

Luis del Pino, Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital

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