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Ballena azul, un juego que apunta hacia los menores más vulnerables

Las alertas han saltado en nuestro país tras diversos casos de la ballena azul, un peligroso juego que tiene un solo final: el suicidio. En Latinoamérica se han detectado más casos. Su creador fue un joven ruso, detenido, que tenía como objetivo “limpiar la sociedad de residuos biológicos”.

Una psicóloga y un psiquiatra analizan en profundidad esta práctica atroz, cuyas víctimas son menores de perfil vulnerable

La “ballena azul” es un juego muy sencillo pero muy peligroso, 50 retos en 50 días con un mismo final: el suicidio. Cuando los participantes se inscriben en este juego se les asigna un “curador” (en realidad un exterminador), que les propone diferentes retos que se van endureciendo prueba a prueba, y cuyo cumplimiento tienen que demostrar mediante fotografías o vídeos que deben subir a internet.

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Dibujo de una ballena azul. EFE/José Méndez

Reciben las órdenes a través de sus teléfonos móviles o sus perfiles en redes sociales como Facebook. Algunos ejemplos de las pruebas que deben pasar son: cortarse los labios, hacerse un agujero en la mano, tatuarse una ballena en el brazo con una cuchilla o pasar 24 horas sin dormir viendo películas de terror. Tras finalizar los retos, el “curador” siempre pide al participante que se suicide.

Las alarmas han saltado en nuestro país después de que se descubriesen varios casos en diferentes provincias. Las asociaciones de padres y madres de alumnos catalanes (AMPA) han mostrado su preocupación ante los casos detectados en Cataluña y piden a las familias “estar cerca de los hijos para detectar a tiempo cualquier situación anómala como acoso, aislamiento o alteraciones”.

La policía investiga en España diversos casos relacionados con esta práctica, realizada por menores entre 10 y 16 años. En países latinoamericanos, como Chile o Bolivia, han creado un equipo de policía especializada en ciberseguridad para hacer frente a este juego ya que existen decenas de casos, sobre todo en Brasil y Colombia, donde se extiende una gran preocupación.

Hemos hablado con una psicóloga y directora de la línea de atención al menor de la Fundación ANAR, Diana Díaz, y con el Presidente de la Sociedad Española de Psquiatría (SEP), Julio Bobes, para que nos orienten sobre cómo un niño puede introducirse en estos juegos autolesivos, qué perfil de menor suele presentar y cómo prevenirlo en casa.

¿Por qué se inician en este peligroso “juego”?

La psicóloga de la Fundación ANAR asegura que han aumentado los casos de suicidio y autolesiones entre los jóvenes: “en 2016 hemos atendido 1198 nuevos casos de esta temática, frente a los 704 casos del 2015, el aumento ha sido exponencial”.

Explica que los adolescentes tienen acceso a inapropiados contenidos en la red “donde se explican claramente métodos para autolesionarse e incluso suicidarse; dan razones y causas para llevar a cabo esas actuaciones”, eso produce un “efecto llamada” muy preocupante.

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Adolescentes enganchados a sus móviles.

EFE/Alejandro Ernesto

“Lo hacen para intentar minimizar sus preocupaciones emocionales, es una forma inadecuada de gestionar sus emociones negativas. Tratan de desplazar el dolor emocional al cuerpo y eso al final no resulta ni beneficioso ni positivo, acaba aumentando todas las problemáticas del menor. Hay que prestar atención a todo lo que está detrás, lo que ha propiciado que el menor llegue a estar ahí”, desarrolla Diana Díaz.

Asegura que los menores tienen una gran incapacidad para resolver sus problemas y que ellos lo que más comentan es “sentirse solos e incomprendidos“, a pesar de tener familia.

La psicóloga subraya que este tipo de acciones jamás se deben confundir con una “llamada de atención” porque es todo lo contrario, es un “grito de socorro”. Ellos esconden sus heridas y la mayoría de sus familiares no saben por lo que están pasando, por lo que “es una mala gestión de todas sus angustias diarias, debemos ayudarlo a saber gestionarlas y a expresarse”.

Por otro lado, el presidente de la SEP, Julio Bobes, ratifica que a pesar de que no se tienen datos de quienes se incorporan a este tipo de juegos lúdicos, “sí que existe un tipo de personas vulnerables en la juventud”.

“Estamos ante una situación nueva, que no teníamos identificada en el pasado porque antes no existían estas invitaciones. No tenemos datos sólidos, pero una valoración a cierta distancia permite afirmar que existen personas vulnerables que se adhieren a mensajes que van dirigido a autolesionarse“, advierte el psiquiatra.

Asevera que el “atractivo del juego”, muchos jóvenes lo ven en la “novedad y en el riesgo”, porque a esa edad no les asusta y al madurar esas cosas ya no sirven.

Perfil: joven vulnerable

La psicóloga Diana Díaz declara que no todos los niños pueden ser víctimas de estos juegos siniestros pero sí que la inmensa mayoría presentan perfiles más vulnerables como:

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Sombras de un adolescente. EFE/Andreu Dalmau

  • A veces tienen algún tipo de trastorno mental previo como ansiedad, depresión o traumas que arrastran del pasado y no han sido tratados terapéuticamente.
  • Adolescentes enganchados al mundo digital y las redes sociales.
  • Con carácter impulsivo.
  • Por el contrario, personalidades introvertidas, tímidas y solitarias.
  • Menores que presentan dificultades de socialización y de establecer relaciones presenciales.

Julio Bobes, presidente de SEP coincide con la psicóloga y añade:

  • Adolescentes que les gustan los riesgos, que no les asustan y están dispuestos a hacer lo que el resto de la población consideran “barbaridades”.
  • Menores con temores a ampliar relaciones y saben que a través de la red no es un problema.
  • Pertenecer a una familia muy desestructurada, donde las figuras paternas no están bien representadas o alguno de ellos esté enfermo.
  • Insuficiencias económicas.

Señales de alerta de la ballena azul

Los especialistas en salud mental nos dan una serie de consejos para saber si nuestros hijos están pasando por algún tipo de problema similar:

  • Fijarnos en si cambia bruscamente su comportamiento o estado de ánimo
  • Pasan un gran número de horas conectados en la red
  • Cambia de repente su forma de ser, abandonan las cosas que les hacían feliz
  • Fijarse en lo que dicen, comienzan a decir frases como: “No me importaría morir”
  • Aislamiento prolongado
  • Tristeza anormal
  • Visión negativa del futuro y de sí mismo
  • Problemas de rendimiento escolar
  • Autolesiones o intentos de suicidio

Julio Bobes aconseja que tras cualquier indicio que veamos, hay que acudir al médico de familia para que este diagnostique la gravedad del problema y derive o no, al especialista de salud mental.

Consejos de prevención

Diana Díaz avala que si existen unas buenas bases y detectamos las señales de alerta, podremos rescatarlos del juego de la ballena azul a tiempo y para ello nos da una serie de recomendaciones:

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Una chica consultando internet. EFE/Manuel Bruque

  • Mantener siempre abierta la vía del dialogo con nuestros hijos, es la mayor prevención. “No hablarles desde el reproche, sino que haya una comunicación  presencial diaria, sincera y cariñosa; que sepa que puede contar contigo si le ocurre algo”.
  • Validar sus emociones y dar una respuesta empática, comprensiva y cercana. No minimizar ni quitarle importancia nunca a las situaciones que les acontece.
  • Enviarles mensajes de acompañamiento y seguridad, es lo que más necesitan los adolescentes.
  • Evitar momentos de tensión familiar, encontrar siempre las causas de intento de suicidio o autolesión. Hay que ver qué preocupaciones hay detrás de todo eso, saber las razones que justifiquen el suicidio.
  • Hay que enseñarles que las situaciones difíciles son temporales y que resolver los problemas con el suicidio no es una solución, porque es una decisión permanente ante un problema temporal.
  • Si nuestro hijo pasa mucho tiempo con el ordenador, móvil, solo y aislado, hay que hablarlo y negociar los tiempos de uso de las tecnologías. Saber en qué está metido, supervisarlo y si es necesario, pedir ayuda a un psicólogo especializado.

“Los adolescentes deben tener mucho cuidado a la hora de aceptar las solicitudes de amistad, tienen que desconfiar siempre de aquellas situaciones que no les cuadren y no deben poner nunca datos personales”, sentencia la psicóloga.

El teléfono de ayuda y protección al menor de ANAR es 900 20 20 10, es gratuito y no deja huella; el de ayuda familiar es 600 50 51 52.

“Sería bueno que el país se centrara más en el desarrollo de centros de atención de salud mental de la infancia y la adolescencia; y que hubiese la especialización en psiquiatría en el niño y del adolescente, porque aún no la tenemos y es un capitulo que tenemos pendiente”, sentencia Julio Bobes. EFE

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