El veterano periodista Iñaki Gabilondo cree que la radio en España goza de una «excelente» salud, pero advierte de que cometería «un error» si creyera que no está obligada a hacer «importantes» transformaciones de cara al futuro como consecuencia de las nuevas tecnologías.
«Está moviéndose la audiencia y hay que tratar de dar con ella», asegura en una entrevista con Efe con motivo de la celebración hoy del Día Mundial de la Radio, un medio que en España cuenta con veinticinco millones de oyentes.
Gabilondo asegura que de los medios convencionales, la radio es el que menos sufre el impacto de las nuevas tecnologías, que a la prensa escrita sí «le ha hecho una avería de categoría». Aunque cometería un error si, a pesar de su «buen estado de salud», no llevara a cabo transformaciones.
Cuáles?. «Eso es justamente lo que se trata de averiguar», responde.
Aunque «sin la prisa que tiene la prensa escrita», la radio tiene que entender que sus seguidores «se están desplazando» a otros soportes, señala.
«Está habiendo un gran movimiento y la solución es una expedición a la búsqueda de los oyentes que se están desplazando, como en el pasado ocurrió de la onda media a la FM, ahora lo están haciendo hacia nuevos dispositivos como el móvil o el Ipad».
Un desplazamiento que, aunque, a su juicio, todavía no constituye una amenaza para la estructura de la actual radio, sí supone una advertencia, por lo que «se equivocaría si al observar que aguanta muy bien el embate de las nuevas tecnologías, se creyera que no tiene que espabilar; por ahí va a haber goteras».
«Las nuevas tecnologías han llegado para transformar todo y también a la radio le está llegando el momento de observar esa realidad», insiste.
El envejecimiento de la audiencia en la radio convencional es uno de los elementos a tener en cuenta. Así, hay que recolocar el punto de mira para captar a los oyentes más jóvenes. «Es una de las asignaturas pendientes».
A pesar de ello, el periodista cree que la radio en España todavía «mantiene una aureola grande y tiene un peso extraordinario».
Es un medio «muy reconocido» en la sociedad, subraya. Además, en España nació de abajo a arriba, con pequeñas emisoras, por lo que «tiene un gran poder de conexión muy directa con la calle, con la ciudad, con el barrio».
También los partidos y los políticos «consideran la radio una barbaridad y se parten la cabeza por ir al programa de Pepa (Bueno), de Carlos (Herrera), (Carlos) Alsina o a RNE», asegura.
«En su agenda de actividades la colocan en primerísimo lugar. Le prestan importancia y mucha».
En cuanto a los contenidos radiofónicos, cree que ahora mismo hay «una variedad formal muy grande como los podcast», pero reconoce que las estructuras de «los grandes dinosaurios radiofónicos son más difíciles de mover». No obstante, «tienen sus seguidores en gran número y su rentabilidad es muy alta».
«Malo está dormirse pero tampoco creo que hay que volverse loco para intentar transformar por que sí, hay que ir con cabeza», advierte este comunicador.
Recientemente la Academia Española de la Radio ha lamentado la falta de apoyo gubernamental a este medio de comunicación.
Al respecto, Gabilondo recuerda que una de las quejas habituales ha sido siempre «la alegría, la soltura y la indiferencia con la que las administraciones públicas han asistido al fenómeno de la extensión de las emisoras piratas».
«Hay una verdadera muchedumbre que están jugando deslealmente y parece que (las administraciones públicas) no quieren hacer nada».
Para el periodista, la «raya» que marca la diferencia entre la radio de antes y la de ahora es que hasta 1977 en España no se podía hacer información, aunque gozaba de «una fuerza popular enorme».
Con la llegada de la democracia, se convirtió en un medio con una gran influencia política y social, por lo que actualmente «tiene el atractivo popular de antes más su condición de medio que se considera y se aprecia mucho».
Gabilondo considera que la radio nunca ha tenido una vida autónoma al margen del proceso social. «Se adapta como un guante a la realidad social».
«Si me preguntas cómo será dentro de cincuenta años. Te respondo: tú dime como será la sociedad y dame diez minutos y yo te lo digo», concluye. EFE
