María José Madarnás
Llegó septiembre y las vacaciones escolares tocan a su fin. Tras un largo verano, que probablemente se ha hecho más largo para los padres que para los hijos, los niños tienen que regresar a la escuela. Un año más, un curso más, un septiembre más, muchos niños sienten que se acabó la diversión, que finalizó la parte buena del año y que llega la rutina y el aburrimiento.
Riesgos de la vuelta al cole
Para muchas familias el comienzo del nuevo curso escolar supone pasar muchas menos horas juntos. Esto puede suponer un deterioro de la relación entre padres e hijos.
Muchas veces los niños no muestran ni verbalizan sus quejas porque en realidad tampoco tienen capacidad para expresar emociones muy complejas. Pero su disgusto y su tristeza pueden hacer que empiecen el curso escolar con mal pie. Una mala predisposición en el inicio del año lectivo puede ser un lastre demasiado pesado que tuerza el rendimiento escolar del alumno desde el principio.
Además, la extensión del malestar escolar a la vida familiar puede enrarecer el ambiente en el hogar y crear distancia entre padres e hijos y entre hermanos. Esta situación puede incluso contribuir a la aparición de una depresión infantil.
Por lo tanto, la vuelta a la escuela es un momento especialmente delicado y los padres tienen que estar especialmente atentos.
Muchos padres también se reincorporan a sus empleos tras su descanso vacacional, lo que también supone un estrés para ellos. Esto hace que no presten toda la atención necesaria a los cambios en la rutina de los niños, que son especialmente vulnerables a estas modificaciones en sus quehaceres y que se adaptan con mucha más dificultad que los adultos.
Motivar para volver a la escuela
Para evitar los inconvenientes citados, los padres tienen que motivar a sus hijos a regresar a la escuela con una mentalidad mucho más positiva.
Así pues, debemos estimular a los niños para que entiendan que las vacaciones son una etapa transitoria y excepcional y que acudir a la escuela es su “trabajo” habitual.
Es adecuado que mantengan la costumbre de seguir aprendiendo durante el periodo estival. La familia en torno al niño debe aprovechar la curiosidad natural de los chavales para fomentar que siga adquiriendo conocimientos fuera de la escuela. Una buena manera de lograr esto es motivar su competitividad con los compañeros de clase en el sentido de “a ver si cuando vuelvas a verlos en septiembre tienes más que contar y más cosas nuevas aprendidas que ellos”.
Los libros de actividades para vacaciones, aunque no suelen ser muy populares entre los niños, son una buena opción para que no olviden lo aprendido durante el curso.
Hoy en día, además, las nuevas tecnologías pueden ayudarnos a que el aprendizaje sea mucho más dinámico e interactivo. Los beneficios de los videojuegos para niños no solo se restringen a los videojuegos educativos, pero además, estos facilitarán la enseñanza y memorización de algunos conceptos de las materias lectivas.
Lo mejor es utilizar estas herramientas complementarias en aquellas materias en las que el niño tenga más dificultades. Así intentaremos que deje de tener manía a algunas asignaturas antes siquiera de empezar el curso.
También es adecuado que durante las vacaciones los niños no pierdan contacto con su grupo de amigos de la escuela, ya que eso facilitará el regreso a las clases.
Lo que tenemos que intentar es que nuestros hijos se sientan estimulados ante la perspectiva de reiniciar el curso escolar. Que en vez de verlo como una condena lo vean como una oportunidad, un estímulo para descubrir más y mejor el mundo que les espera.
María José Madarnás, editora maternidadfacil.com
