Científicos españoles demuestran cómo los gases de efecto invernadero han regulado el clima. El CO2 elevado mantenía hace 15 millones de años temperaturas más cálidas
El estudio sugiere además que niveles elevados de CO2 podrían no ser siempre dañinos para algunos organismos vivos.
El enfriamiento del clima durante los últimos 15 millones de años fue causado por un descenso en los niveles de dióxido de carbono. Un equipo de científicos españoles liderado por la Universidad de Oviedo acaba de aportar pruebas que demuestran la relación entre CO2 y clima.
La investigadora principal, Heather M. Stoll, profesora del departamento de Geología de la Universidad de Oviedo, subraya que, hasta ahora, el enfriamiento del planeta, de entre siete y nueve grados en latitudes medias, ocurrido hace 15 millones de años no se había identificado con cambios en los niveles de CO2. De hecho, la comunidad científica se dividía entre quienes sostenían que el CO2 no regulaba el clima y quienes aseguraban que la temperatura era muy sensible al dióxido de carbono.
«Nosotros podemos demostrar que, hace 15 millones de años, el CO2 elevado mantenía unas temperaturas más cálidas, de la misma forma que cabe esperar con los aumentos actuales en CO2», ha explicado Stoll.
El estudio sugiere además que niveles elevados de CO2 podrían no ser siempre dañinos para algunos organismos vivos como los cocolitofóridos. Así, el trabajo apunta que algunas especies han conseguido adaptarse mejor a los cambios en los niveles de dióxido de carbono quizá porque han tenido más tiempo para aclimatarse.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han analizado los cocolitofóridos, unos organismos muy sensibles al CO2, esencial para que realicen la fotosíntesis. En concreto, los científicos examinaron unos 10.000 ejemplares de conchas fósiles de estas algas y analizaron, entre otros, las gotas de grasa que quedan pegadas a los sedimentos durante millones de años.
En esas gotas de grasa producidas por las células aparecen dos tipos de carbono -carbono 12 y carbono 13- que varían en función de la acumulación de CO2: «Es esta química (carbono 12 y 13) de las grasas lo que nos permite reconstruir las concentraciones de CO2«, señala Stoll.
Asimismo, los investigadores midieron los cambios en el grosor de las conchas fósiles extraídas del océano Atlántico e Índico -midieron la cantidad de luz que pasaba a través de ellas-, tras lo que concluyeron que las conchas se hicieron más delgadas durante los últimos diez millones de años, coincidiendo con la disminución de los niveles de CO2, para aprovechar este recurso en la fotosíntesis. Por lo tanto y dicho de otra manera: a mayores concentraciones de CO2, mayor grosor en las conchas.