El inesperado anuncio de la reunión del sábado entre los presidentes de China y Taiwán, la primera a este nivel entre dos territorios separados y enfrentados desde 1949, es visto en ambos lados como un intento de Pekín de influir en las elecciones taiwanesas de enero ante una probable victoria independentista.
Xi Jinping, presidente de China, y Ma Jing-yeou, su homólogo taiwanés, se reunirán en Singapur el sábado 10 años después de que se produjera el no menos histórico primer encuentro entre líderes de sus respectivas formaciones políticas, el Partido Comunista de China (PCCh) y el Kuomintang (KMT, entonces en la oposición en Taiwán).
Los intentos de ambas partes por reducir el impacto del anuncio -lanzado a medianoche y con un tono comedido- no ocultan el valor de una cumbre que será la primera entre presidentes de ambas partes desde la guerra civil (1945-49) que llevó al PCCh al poder en China y dejó al KMT en el exilio taiwanés.
«Será un hito en las relaciones a ambos lados del Estrecho», admitió el responsable del Gobierno chino para los lazos con Taiwán, Zhang Zhijun, quien subrayó que ambos líderes, al hablarse, evitarán el clásico tratamiento de «señor presidente» y simplemente utilizarán «señor».
«La reunión muestra el pragmatismo y el realismo de los líderes de ambas partes, que buscan una relación sin prisas y en la que se hablen las cosas de forma relajada», valoró en la televisión estatal china CCTV el analista Gao Zhikai, de la Asociación de Estudios Internacionales.
Desde Taiwán, el Gobierno subrayó que el presidente Ma no firmará acuerdos ni comunicados conjuntos con Xi, lo que podría convertir la cumbre en un encuentro a puerta cerrada del que poco trascendería. «Se teme que haya acuerdos secretos que lesionen los intereses de la isla», dijo a Efe desde Taipei la directora del centro asiático de la Universidad Tamkang, Joyce Lin.
El encuentro llega en un momento delicado, ya que Taiwán celebra en enero unas elecciones presidenciales y legislativas en las que los sondeos pronostican una amplia victoria de la candidata opositora Tsai Ing-wen, del independentista Partido Demócrata Progresista (PDP), formación que ya gobernó la isla entre 2000 y 2008.
Aunque en ese periodo las relaciones entre Pekín y Taipei tuvieron algunos importantes avances, sobre todo en lo económico (se establecieron los primeros vuelos directos y se mantienen las fuertes inversiones de empresas de la isla en China), el régimen chino prefiere como interlocutor en la «isla rebelde» al KMT, que pese a ser su rival histórico tiene sus raíces en la China continental.
El KMT, en caída libre en los sondeos electorales, ha recurrido a cambiar a última hora a su candidato presidencial, al desprenderse el pasado 17 de octubre de la impopular Hung Hsiu-chu por el hasta entonces alcalde de Taipei, Eric Chu, pero la medida no parece suficiente y en ese contexto llega esta histórica cumbre.
El portavoz del favorito PDP, Cheng Yun-Peng, ya advirtió hoy de que el momento elegido para la reunión es «cuestionable», dado el cambio que se espera en la cúpula dirigente de la isla a comienzos del año próximo.
Desde Pekín, el experto en política Leng Bo, de la estatal Academia de Ciencias Sociales, declaró a Efe que «China considera las relaciones con Taiwán a largo plazo, no piensa en las elecciones, pero objetivamente la cumbre sí va a tener influencia».
Sin embargo, otros observadores recuerdan que un intento previo del régimen de partido único de China por influir en la democracia taiwanesa fracasó cuando en 1996 Pekín mostró su abierta animadversión por el líder isleño Lee Teng-hui.
El entonces presidente chino, Jiang Zemin, ordenó pruebas con misiles y maniobras militares en aguas cercanas a Taiwán para intimidar a los votantes taiwaneses y que Lee no fuera elegido, pero éste ganó con una amplia ventaja.
La crisis estuvo a punto de llevar a China y Taiwán a la guerra, e hizo que EE.UU., histórico aliado de la isla, llevara buques de guerra al estrecho de Formosa como medida de advertencia a Pekín, un gesto que recuerda al que la semana pasada repitió Washington en otras aguas ahora en conflicto, las del Mar de China Meridional.
Veinte años después la relación entre China y Taiwán se encuentra en un momento casi idílico, con un presidente Ma que busca dejar su nombre en la historia como el líder que acercó más que nunca a las dos partes, aunque también ha generado mucha desaprobación entre algunos sectores de la isla, sobre todo los jóvenes. De hecho, el índice de aprobación de Ma entre los taiwaneses es inferior al 20 %, según la media de varias encuestas.
China, por su parte, ha dado un giro de 180 grados: hace un año se negó a que Ma representara a Taiwán en la cumbre de líderes Asia-Pacífico celebrada en Pekín, y ahora en cambio ha decidido apostar por él a última hora para evitar a toda costa la victoria del PDP.