
Ya fuimos partícipes del “buen” resultado de Pedro Sánchez al salir elegido en las primarias como secretario general. Lo hacía con una gran diferencia, en avales y votos, frente a sus dos contrincantes: Madina y Pérez Tapias.
Los tres llegaron a la campaña y presentación de candidaturas en ésas primarias. Pero el apoyo recibido por Sánchez, marcaba la diferencia. Un apoyo -digamos- más que estructural. Le apoyaron desde todas las “federaciones” del PSOE en España, incluso en aquellas que parecía iban a dar el apoyo a Madina.
Navarra, con Roberto Jiménez todavía al frente de la secretaría general del PSN, apoyó también la candidatura de Sánchez y hoy hemos conocido que Jiménez estará en la ejecutiva, no sólo como miembro sino como secretario de emigración. Algo es algo. Como dije, veremos en qué se traduce y cómo afectará a Navarra este apoyo y cargo.
Sánchez, preparado académicamente, de la “segunda línea” política, con algo de experiencia política, ha dado su paso al frente y tiene ahora un futuro por delante. Un futuro complicado, difícil, fuera y dentro de su partido. Los otros dos candidatos significan dos corrientes, una de izquierda “radical”, la de Pérez Tapias, y otra más proclive al nacionalismo “federal”, la de Madina.
Sea como fuere, ahora el nuevo secretario general deberá diseñar la orientación política del PSOE, en momentos –no olvidemos- en los que le acechan por la izquierda para comer el terreno político a los socialistas. Deberá definir su trayectoria y la de su partido con respecto a los nacionalismos secesionistas como el catalán y vasco.
Y al respecto, todavía no se ha definido. Hay nuevo secretario general en el PSC y deberá plantarse –o no- ante el PSC y su deriva nacionalista, plasmada en actitudes, acciones y “tripartitos”.
Sin entrar en si España necesita o no un PSOE fuerte para continuar con el bipartidismo, la tarea a la que se enfrenta Sánchez es ambiciosa y peligrosa. Y Jiménez –no lo olvidemos- está en su “cámara” ejecutiva.
Directora NI