

La Dirección de Víctimas y Derechos Humanos del Gobierno del gobierno vasco ha mantenido una reunión con la familia del preso de ETA Ibon Iparragirre, que padece una enfermedad grave
La instancia para la reunión ha partido de los propios familiares y la Dirección de Víctimas, por «motivos humanitarios», ha contactado con el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria para interesarse por la situación del recluso.
Iparragirre, portador del VIH, accedió al régimen de prisión atenuada en octubre de 2011, debido a la gravedad de su enfermedad. No obstante, el 7 de marzo de 2014 fue detenido y encarcelado nuevamente, después de que el Tribunal Supremo confirmara una pena de 299 años de cárcel, que le había sido impuesta por la colocación de un coche bomba junto con el también etarra, Asier Badiola, en una comisaría de la Ertzaintza en Ondarrua en 2008. Trece ertzainas y cinco viandantes resultaron gravemente heridos y ocasionaron cuantiosos daños materiales.
Así Iparaguirre (también Badiola) está condenado por 13 delitos de asesinato terrorista en grado de tentativa contra policías de la Comunidad Autónoma vasca, cinco intentos de asesinato de civiles y uno de estragos terroristas. Así como a indemnizar con un total de 4,7 millones de euros a los propietarios de los 85 vehículos y 425 viviendas que resultaron dañados por el coche-bomba, que contenía un explosivo con 100 kilos de amonal.
Iparaguirre y Badiola formaban parte del comando de ETA denominado ‘Tontor’, realizaron varios viajes a Francia para aprender a elaborar artefactos explosivos y para recibir directrices de Mikel Garikoitz Aspiazu, ‘Txeroki’. Fue éste quien les suministró las armas, las municiones y el coche-bomba totalmente preparado, que tendrían que recoger en el polideportivo de Escoriza.
Así, el entonces jefe militar de la banda terrorista les ordenó atentar contra una comisaría de la Ertzaintza sin especificar cual, debiendo ser ellos quienes concretaran el objetivo. ‘Txeroki‘ sería el encargado de proporcionarles un coche-bomba totalmente preparado, que tendrían que recoger en el polideportivo de Escoriza.
Iparraguirre, disfrazado con una capa, una máscara, una gorra y unos guantes, aparcó el coche-bomba frente a la comisaría, activó el sistema de iniciación para que explotara transcurridos seis minutos e hizo explotar dos ‘cócteles molotov’ para evitar que circularan los coches. El coche-bomba, lo hicieron explosionar en la entrada de la comisaría sin previo aviso y cuando en el edificio había «varios agentes de servicio totalmente indefensos y personas que se encontraban en las inmediaciones».