

La juez del juzgado de Instrucción nº4 de León ha decretado prisión incondicional sin fianza para Montserrat González y su hija, Montserrat Triana, por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, la ‘popular’ Isabel Carrasco, fallecida tras recibir cuatro disparos el pasado lunes en León. La autora confesa y su hija, han sido trasladadas a la prisión de Mansilla de las Mulas alrededor de las 04.00 horas de la madrugada.
María Montserrat González Fernández, de 55 años, confesó a la policía tras largas horas de interrogatorio que fue ella la autora de los disparos que acabaron con la vida de la dirigente popular y que lo intentó en varias ocasiones, según confirmaron este miércoles fuentes de la investigación. «Se acabó. Yo la maté, por venganza y porque se lo merecía; hizo mucho daño a mi familia», dijo.
Así de rotunda se mostró al ver que su hija, presionada y acorralada por el interrogatorio policial, se derrumbó y confesó que había entregado el arma del crimen «a una amiga». En realidad, una policía Local que se personó en la comisaría el miércoles por la noche para entregar el arma con la que se disparó a Carrasco, una Taurus con el número de serie que habían comprado a un yonqui, y que ahora está imputada tras dudar la policía de su versión.
Según esta agente, Raquel Gago, de 41 años, fue Montserrat Triana la que le entregó el arma tras huir del lugar del crimen. Aseguró a la Policía que no sabía lo que contenía el bolso que le entregaron donde se encontraban el arma con la que supuestamente Montserrat González ejecutó a la presidenta.
Ante las continuas preguntas de los agentes, Montserrat Triana Martínez, después de incurrir en numerosas contradicciones, acabó por derrumbarse y reconocer que sí, que «le entregué la pistola a una amiga». En ese momento, y sin pregunta previa, su madre intervino para confesar que ella fue la que disparó a Carrasco y la mató, «porque se lo merecía». «Llevaba mucho tiempo intentándolo», aseguró, para dejar claro que si no lo había hecho antes, «es porque no tuve la oportunidad ni el momento», remarcó.
En su relato, siempre con la misma frialdad, la ya asesina confesa reconoció que llevaba tiempo queriendo matar a Carrasco, «por venganza» y por «inquina», por todo lo que le había hecho a su hija y a su familia.
El rencor e, incluso, la ira hacia Isabel Carrasco de madre e hija era de sobra conocido por numerosos dirigentes comarcales y autonómicos del Partido Popular, a los que en numerosas ocasiones asaltaron para que exigieran a la presidenta de la Diputación que recolocara a Montserrat Triana Martínez en su plaza de técnico en Telecomunicaciones.
Es más, es conocido el duro enfrentamiento, con testigos incluidos, que Isabel Carrasco tuvo en su despacho de la Diputación con la hija, quien le exigió que le diera a dedo esa plaza para la que acababa de convocar el concurso oposición, «porque ella era del partido».