

La primera vuelta de las elecciones municipales francesas ha constituido un serio varapalo para el Partido Socialista (37,74%), 22 meses después de conquistar el Elíseo y convertirse en la fuerza mayoritaria en las dos cámaras. Victoria del centro-derecha con un 46,54% de los votos, subida histórica del Frente Nacional (4,65%) y cifras de abstención de auténtico récord (35,87%).
El 64,13% de participación, anunciado por el Ministro del Interior Manuel Valls, horas después del cierre de los colegios electorales de las 36.700 ciudades, supone una nueva cota de desinterés respecto a las cifras de los anteriores comicios locales de 2008, cuando un 66,29% del electorado galo cumplió con su deber de votar.
Si los devotos de François Hollande han sido reacios a salir de casa en esta jornada decisiva, no ha sido el caso en cambio de los seguidores del Frente Nacional, que parecen haberse movilizado más que nunca para conseguir los mejores resultados del partido en muchos años -un 7%, seis puntos más que hace seis años-, que incluyen la conquista directa del Ayuntamiento de Hénin-Beaumont (Pas de Calais) por parte de Steve Briois, con un 50,26% de apoyo. Un logro inesperado en esta localidad de 26.000 habitantes que el aspirante del FN ha valorado como «el fin de un sistema mafioso» y la presidenta de la formación ultra, Marine Le Pen, como «fin de la bipolarización de la vida política».
El primer ministro Jean-Marc Ayrault realizó un discurso desde el Palacio de Matignon en el que destacó «la elevada tasa de abstención, especialmente en el medio urbano, que expresa las inquietudes y dudas de los franceses». Pero el primer ministro galo enseguida le dio a su intervención un giro militante, al justificar los buenos resultados de Le Pen y los suyos como «consecuencia del contexto económico y social», señalar como una prioridad «la reagrupación de las fuerzas de la izquierda» y pedir al conjunto de partido en liza que resuciten el llamado frente republicano «en aquellas comunas donde el FN esté en situación de ganar».
«Las fuerzas democráticas tienen la responsabilidad de crear alianzas para impedirlo», concluyó. Pero su oferta no fue ni siquiera tenida en cuenta por los principales líderes del centro derecha, empezando por el ex jefe de Gobierno François Fillon, que no desea pactar con el PS contra los ultranacionalistas ni viceversa.