El 1 de noviembre muchos españoles celebramos Todos los Santos; el 2, Día de Difuntos. En tiempos la televisión pública, cuando tenía más vocación cultural y menos mitinera,proyectaba Don Juan Tenorio.
Mantenían la tradición teatral, donde Zorrilla había sustituido en el mito a Antonio de Zamora. Hoy ese sumidero de impuestos encabeza, con las privadas, la colonización zafia de motivos sangrientos que llaman Halloween. Colaboran en el proyecto de alienación muchos enseñantes disfrazando a los niños.
Por eso ha sido extraordinaria idea y bella iniciativa la del acto celebrado este primer viernes por la Casa de Castilla y León en Navarra.
Presentó el acto Jaime Valdeolmillos, presidente de la Federación de Casas Regionales y de esa, con un recuerdo a las víctimas del agua descontrolada y sus trágicas inundaciones. Añado yo un recuerdo al españolísimo pamplonés Pedro Osinaga, que nos dejó tras interpretar tantos papeles en El Tenorio.
El profesor Javier Horno declamó un puñado muy bien elegido de poemas (desde Jorge Manrique a Ramón Campoamor) donde flotaba desde el «tempus fugit» a otras reflexiones. Incluso cantó antiquísimos temas. Cerró con la lectura de El Monte de las Ánimas de Gustavo Adolfo Bécquer. Alberto Royo interpretó piezas de o a la guitarra española, incluyendo a Juan Sebastián Bach o una del propio Javier Horno. El músico también aplicó con su instrumento efectos especiales a la narración.
A Horno le he había visto en funciones de teatro cómico, en ejecución al violín o dando discursos: todo bien. Así que no me sorprendió el lleno.
Luego, cuando terminó de este acto, casi espiritual, la Casa ofreció un vino español. Allí pudimos departir escritores, asistía también Luis Landa, cantantes como Mila Eraso, de los Auroros… Muy solicitada en los corrillos María Teresa Gracia, madre del autor e icónica imagen defendiendo la bandera de España cuando fue elegida concejala de Pamplona.
Enhorabuena a intérpretes y organizadores por este buen rato de disfrute.
Jesús Javier Corpas-Mauleón