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Viaje apostólico en Timor Oriental: Pasajes clave del discurso del Papa a las Autoridades y al Cuerpo Diplomático

Pasajes clave del discurso del Papa Francisco a las Autoridades y al Cuerpo Diplomático de Timor Oriental, en su Viaje Apostólico a Asia y Oceanía

La etapa en Timor Oriental del Viaje Apostólico a Asia y Oceanía está en pleno desarrollo. Por la mañana el Papa ha aterrizado en Dili, procedente de Papua Nueva Guinea. Por la tarde, tras una breve parada de unas horas en la Nunciatura Apostólica, el Pontífice se ha dirigido al Palacio Presidencial ‘Nicolau Lobato’ para la tradicional Ceremonia de Bienvenida y la respectiva visita de cortesía al Presidente de la República, José Manuel Ramos-Horta. Tras la Guardia de Honor, la ejecución de los himnos y los Honores a las Banderas, ha tenido lugar la presentación de las respectivas Delegaciones. En el acto han estado presentes, entre otros, 29 niños vestidos con trajes tradicionales, tres de los cuales han ofrecido al Papa flores y el pañuelo tradicional, el tais. A continuación el cara a cara entre el Papa y el Jefe de Estado, mientras que los Miembros de la Secretaría de Estado y las Autoridades Religiosas se han reunido con el Primer Ministro. Tras la firma del Libro de Honor y la foto oficial, se ha celebrado en el Salón del Palacio Presidencial el encuentro privado con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático.

A continuación figuran los principales pasajes del discurso pronunciado por el Pontífice:

En este lugar Asia y Oceanía se rozan y, en cierto sentido, se encuentran con Europa, lejana geográficamente, pero cercana por el papel que ha tenido en estas latitudes durante los últimos cinco siglos -No quiero hablar de los piratas holandeses-. De hecho, los primeros misioneros dominicos llegaron desde Portugal en el siglo XVI, trayendo consigo el catolicismo y la lengua portuguesa; y esta última junto con el idioma tetum son actualmente los dos idiomas oficiales del Estado.

El cristianismo, nacido en Asia, llegó a estas regiones del continente a través de misioneros europeos, lo que da testimonio de su vocación universal y su capacidad de armonizarse con las más diversas culturas, que, al encontrarse con el Evangelio, llegan a una síntesis nueva, más elevada y más profunda.

El cristianismo se incultura, toma las culturas y ahí los diversos ritos orientales, de los diversos pueblos, porque una de las dimensiones importantes del cristianismo es la inculturación de la fe. Y, a la vez, evangeliza las culturas. No es una fe ideológica, es una fe enraizada en la cultura.

Esta tierra ha atravesado en su pasado reciente una fase dolorosa, experimentando las convulsiones y la violencia que suelen producirse cuando un pueblo se lanza en busca de su plena independencia y esa búsqueda de autonomía es negada o frustrada.

Desde la declaración de la independencia hasta su restauración definitiva, Timor-Leste ha vivido los años de su pasión y de su prueba más grande. Ha sufrido. A partir de ahí, el país supo resurgir, encontrando un camino de paz y apertura hacia una nueva fase, que pretende ser de desarrollo, de mejoría en sus condiciones de vida, de potencialización —a través de todos los niveles— del esplendor natural de este territorio, como de los recursos naturales y humanos.

Demos gracias a Dios porque, cuando tuvieron que atravesar un período tan dramático de su historia, ustedes no perdieron la esperanza, y también porque, después de días oscuros y difíciles, finalmente ha despuntado un amanecer de paz y de libertad.

Para alcanzar estas importantes metas, les ha sido de gran ayuda el estar arraigados en la fe. Yo diría que ustedes son un pueblo sufrido, pero sabio en el sufrimiento.

A este propósito, quisiera recordar y elogiar, de modo particular, vuestro diligente compromiso para alcanzar una reconciliación con los hermanos de Indonesia, disposición que encontró su primera y más pura fuente en las enseñanzas del Evangelio. Ustedes mantuvieron firme su esperanza incluso en medio de la aflicción y, gracias al carácter de vuestro pueblo y a vuestra fe, transformaron el dolor en gozo.

Ojalá que también en otras situaciones de conflicto, en diversas partes del mundo, prevalezca el deseo de la paz, porque la unidad es superior al conflicto, siempre; la paz de la unidad es superior al conflicto. Y para esto también se requiere una cierta purificación de la memoria, para sanar heridas, combatir el odio con la reconciliación y la confrontación con la colaboración.

Es lindo hablar de “la política de la mano tendida”, que es muy sabia, no es tonta, ¡no! Porque cuando la mano tendida se ve traicionada, sabe pelear, sabe llevar adelante las cosas.

También es un motivo de reconocimiento y gratitud que, con ocasión del vigésimo aniversario de la independencia del país, hayan incorporado como documento nacional la Declaración sobre la Fraternidad Humana. Y, tal como lo pide la misma Declaración, lo han hecho para que pueda adoptarse e incorporarse en el plan de estudios de las escuelas, que es fundamental.

Ahora se ha abierto ante ustedes un nuevo horizonte, sin nubes oscuras, pero con nuevos desafíos que afrontar y nuevos problemas que resolver. Por esta razón quisiera pedirles que la fe sea, esa fe que los ha iluminado y sostenido en el pasado, la que siga inspirando vuestro presente, vuestro futuro: «que a vossa fé seja a vossa cultura!». Es decir, que ella inspire los criterios, los proyectos y las decisiones según el Evangelio.

Entre los muchos retos actuales, pienso en el fenómeno de la emigración, que constituye siempre un indicador de un insuficiente o inadecuado uso de los recursos, así como de la dificultad de ofrecer a todos un empleo que produzca un beneficio justo y que garantice a las familias los ingresos que correspondan a sus necesidades básicas. Y no siempre es un fenómeno externo. Por ejemplo, en Italia está la emigración del sur hacia el norte y tenemos toda una región del sur que se va despoblando.

Pienso también en la pobreza presente en muchas zonas rurales, en la consiguiente necesidad de una acción coral amplia que implique a las múltiples fuerzas y distintas responsabilidades, civiles, religiosas y sociales, para ponerle remedio y ofrecer alternativas viables a la emigración.

Y por último, pienso en aquellas situaciones que pueden ser consideradas verdaderas plagas sociales, como el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas entre los jóvenes. ¡Por favor, cuiden eso! ¡Denles ideales a los jóvenes para que salgan de estas trampas! Y también hay un fenómeno de incorporación a ciertas bandas que, envalentonadas por el conocimiento de las artes marciales, en lugar de utilizarlo al servicio de los indefensos, se aprovechan de él para exhibir el poder efímero y dañino de la violencia.

Y no olvidemos a tantos niños y adolescentes heridos en su dignidad. Este fenómeno está aflorando en todo el mundo. Todos estamos llamados a actuar con responsabilidad para prevenir todo tipo de abuso y garantizar un crecimiento sereno a nuestros jóvenes.

Para solucionar estos problemas, así como para una mejor gestión de los recursos naturales del país, entre los que destaco las reservas de petróleo y gas, que podrían ofrecer posibilidades de desarrollo sin precedentes, es imprescindible preparar adecuadamente, con una formación especializada, a aquellos que están llamados a ser, en un futuro no lejano, la clase dirigente del país.

La Iglesia pone a disposición su doctrina social como base para este proceso de formación, que constituye un pilar insustituible sobre el cual desarrollar los conocimientos específicos, y en el que siempre es preciso apoyarse… La Doctrina Social de la Iglesia no es una ideología, está basada en la fraternidad. Una doctrina que tiene que favorecer, favorecer el desarrollo de los pueblos, en especial los más pobres.

Ustedes son un pueblo joven, no en razón de su cultura o por el tiempo de asentamiento en esta tierra, que son muy antiguos, sino porque cerca del 65% de la población de Timor-Leste tiene menos de 30 años. Pienso en dos países de Europa donde la edad media es de 46 y 48 años. Y entre ustedes, el 65% tiene menos de 30 años, por lo cual podemos pensar que la edad media será alrededor de los 30 años, un poco menos. Eso es una riqueza.

Esta cifra nos dice que el primer ámbito en el que ustedes tienen que invertir es en la educación. Sigan adelante. Inviertan en la educación, en la educación en la familia y en la educación en la escuela. Una educación que ponga en el centro a los niños y a los jóvenes, y promueva su dignidad.

El entusiasmo, la frescura, la proyección hacia el futuro, la valentía y el ingenio, típicos de los jóvenes, unidos a la experiencia y a la sabiduría de los mayores, forman una mezcla providencial de conocimientos e impulsos generosos hacia el mañana. Juntos, este entusiasmo juvenil y esta sabiduría suponen un gran recurso que no admite la pasividad y menos aún, el pesimismo
Confíen en la sabiduría del pueblo. El pueblo tiene su sabiduría. Confíen en esa sabiduría. AGENZIA FIDES

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