Mañana la votación presidencial en una Argelia donde los militares incrementan cada vez más su protagonismo
Los argelinos votarán mañana 7 de septiembre para elegir al Jefe del Estado. El Presidente saliente, Abdelmadjid Tebboune, de 78 años, es el favorito. Sus únicos contendientes, aceptados por el Tribunal Constitucional y luego confirmados por la Autoridad Nacional Electoral Independiente (ANIE), son sólo dos: el islamista Abdelali Hassani Cherif, del Movimiento para la Sociedad de la Paz (filial argelina de los Hermanos Musulmanes), y Youssef Aouchiche, secretario del histórico partido de la oposición Frente de Fuerzas Socialistas (FFS).
La votación, que se ha adelantado (debía celebrarse en diciembre), no parece suscitar gran entusiasmo entre la población argelina, que se enfrenta a las consecuencias de la fuerte subida de los precios de los productos de primera necesidad. Según algunas interpretaciones, la decisión anunciada en marzo de adelantar la votación a septiembre parece haber sido dictada por el deseo de evitar manifestaciones de protesta. La campaña electoral ha alcanzado su punto álgido en el tórrido agosto argelino, lo que ha dificultado, si no imposibilitado, la organización de manifestaciones. Además, la mayoría de los trabajadores estaban de vacaciones, lo que ha reducido al mínimo la posibilidad de convocar huelgas.
Tebboune llegó al poder en 2019, tras la caída del presidente Abdelaziz Buteflika, que se disponía a gobernar durante un quinto mandato, a pesar de su mala salud y de una conducta gubernamental marcada por la corrupción y la ineficacia. La población descontenta había puesto en marcha el movimiento popular Hirak, que había salido a la calle para exigir la dimisión de Buteflika. Tebboune había asumido el poder prometiendo reformas, pero la pandemia de Covid de 2020 permitió al régimen introducir medidas de restricción de los movimientos de la población y de censura de los medios sociales que paralizaron y controlaron eficazmente el movimiento Hirak.
En realidad, la presidencia de Tebboune ha sido testigo de un refuerzo del papel de los militares en la gestión del poder, una tendencia ya iniciada bajo Buteflika, cuando el centro de gravedad del poder real se desplazó de los servicios de seguridad (cuyas siglas han cambiado con el tiempo, pero que coloquialmente se denominan Securité Militaire) a los altos mandos de las fuerzas armadas, cuyo comandante en jefe, el general Saïd Chanegriha, aparece a menudo en las ceremonias públicas junto al presidente. Haciendo hincapié en las amenazas, reales o supuestas, internas y externas a Argelia, se ha encomendado a las fuerzas armadas un papel cada vez más importante en la vida pública y un aumento del presupuesto de defensa hasta alcanzar cerca de 20.000 millones de euros en 2023.
En este clima, se puede entender cómo la afluencia a las urnas es la cifra real que denotará el grado de acogida del régimen por parte de la población. De 45 millones de habitantes, sólo 23 millones están inscritos para participar en la consulta electoral. Mientras tanto, las operaciones de voto de los argelinos residentes en el extranjero comenzaron el 2 de septiembre. AGENZIA FIDES