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La ciénaga que Jordi Pujol y sus convergentes robaron a Shrek se llama República catalana

La insoportable vecindad: La ciénaga que Jordi Pujol y sus convergentes robaron a Shrek se llama República catalana.

Aquella mañana, lo recuerdo bien, un maldito lunes de 1994, estaba muy cerca, en las Ramblas frías de enero y aquella humareda densa y gris que en tres horas acabó con el Liceo de Barcelona me acompaño durante toda la jornada de trabajo de calle. Por eso al volver a entrar en el edificio rehabilitado recordé aquel solar de escombros negros, verdadera metáfora de las carencias y podredumbre de la burguesía catalana en el corrupto «Palau», hoy engalanado con pajarita, luces de diseño y escotes enjoyados para asistir al estreno de «Tannhauser y el torneo de trovadores del castillo de Wartburg», la ópera en tres actos  con música y libreto en alemán de Richard Wagner.

En el patio de butacas apesta a Chanel número cinco y Varon Dandy, pero en el momento de los besos entre los «hereus», sus amantes y lameculos,  aparece uno de los delfines mas prometedores y señeros, de apellidado Pujol, uno de sus príncipes perfectos, que por cierto, ha llegado en Ferrari a la representación, y que se tira un apestoso y sonoro pedo, y todos le ríen la gracia.

Y es normal, porque entra dentro de la lógica y las previsibles  batallas políticas que Cataluña sufre con la constitución de su Parlamento autonómico de voluntad separatista. Los españoles, muchos españoles, lo sabemos bien y ya tenemos la suficiente documentación sobre la charca en que Pujol y sus seguidores catalanistas han convertido a Cataluña. Una apestosa ciénaga en la que se bañan los periodistas subvencionados de La Vanguardia, el Periódico de Cataluña y un montón de revistas digitales con el subvencionado punto cat. Un insalubre lodazal en el que los peces mueren por  falta de oxígeno pero que disfruta una burguesía progre animosa con las verdades a medias y las muy «sexys» medias verdades de seda que excitan el engaño de su olvidado sexo y pervierte el lenguaje con falsos conceptos como Lengua, Inmersión, Nación y Pueblo.

A partir de ahora, los periodistas, los espías y la infantería de trepadores comenzarán a derramar bilis por la boca sobre el glamour del «hereu» marmolista»  y transportista de billetes de quinientos euros en bolsas de basura, al que  según el informe de la UDEF, se le iba también la mano para violentar a su amante de generoso escote en las fiestas del Palau.

El problema para todos los demás es que ahora el doctor Sánchez, para reconciliar, ofrece apoyo a los golpistas para que recapaciten y comprendan la necesidad de la convivencia social. Cuando en el Palau nadie quiere razonar y son esos pedos de chanel y varon dandy y los sentimientos, claro está, los que dirigen cada una de sus podridas poses. Va resultar que a todos les gusta el hedor de la ciénaga catalana en la que nadie quiere ver al muerto que les aparece cada día al despertarse.

Manuel Artero Rueda ha dedicado toda su vida profesional a la televisión en la empresa pública RTVE. Autor del libro “El reportaje para televisión un guiño a la noticia”, un práctico temario con el que ha impartido clases tanto en el Instituto Oficial de RTVE como en el máster de periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos.  La Paseata 

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