Su Majestad, eligió muerte y su sanchidad, Pedro Felón I el Mentiroso, sigue a lo suyo.-
Comenzaba la semana con un cierto optimismo y una lejana esperanza de que las cosas no fueran como la evidencia costumbrista anunciaba. Lo hacía desde la “distopía” de un supuesto diálogo de nuestro Rey con el psicópata aspirante a su ególatra investidura. Me llegaba en estos términos, desde un desconocido para mí, Santiago Delgado, no sé si autor o remitente, bajo el título de “Drama español para un rey valiente”. Yo no lo hubiera imaginado muy distinto:
«Felipe VI (en adelante F, para abreviar): ¿Me trae usted, señor Sánchez, el aval de más de 175 diputados? – Sánchez (en adelante S, por idéntica razón): No, pero lo tendré si me firma la amnistía para Junts – F: No; es ahora mismo cuando me tiene que presentar el aval – S: No lo tengo porque se me ha negado, por su parte y anteriormente, la firma de la ley que me piden para votarme: la amnistía para los soberanistas catalanes – F: Esa ley es anticonstitucional. Lo dijo usted mismo, y muchos de sus ministros, en campaña electoral. No tiene derecho a cambiar de opinión a dos meses de haber recibido los votos de quienes le creyeron que, en ningún caso, habría amnistía. No puedo firmar esa ley. No necesito consulta alguna, aunque las tengo, para creer que esa amnistía es inconstitucional, cuando no anticonstitucional. Con todo, me basta con mi formación personal para detectar la no pertinencia de esa ley en un marco democrático como el que nos dio la Constitución del 78 – S: Eso, el Tribunal Constitucional lo dirá, nadie más en el país. ¡Nadie más! – F: El Tribunal Constitucional actúa cuando la ley está promulgada. Sin mi firma, no lo está – S: También cuando alguien, como el presidente del gobierno, solicita amparo – F: La Corona también lo puede pedir. Y llegar al Tribunal de La Haya o algún otro europeo. Pero, qué sorpresa, creí que no eran, ni usted, ni su mayoría, partidarios de judicializar la política. Si lo hace estará conculcando otra decisión anterior suya, aparte de las que ya ha dejado atrás. Le recuerdo que el Rey puede disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. Lo dice la Constitución, mírelo –¿Artículos 99.5 y 62.b?–. O encargar el gobierno a una tercera persona –que tampoco lo descarta el Artículo 99.1–. Eso hará la Corona si usted no consigue los votos que le faltan para tener mayoría, sin esa ley que me pide firmar. Y, además, tienen que venir a decirme su decisión cada una de las partes del Congreso que, teóricamente, le apoyan. Necesito la fehaciencia de sus decisiones, escuchadas de su propia boca – S (levantándose): Muy bien, Señor, entendido. Aténgase a las consecuencias. La mayoría de españoles está esperando la república, ¿lo sabe? – F: Lo que yo sepa o no, carece de importancia. Entre esas cosas que sé, está la de que Puigdemont, una vez en España y amnistiado, pedirá ocupar plaza en el Senado y usted le cederá uno de los escaños autonómicos correspondientes al PSOE a cambio de votar sus presupuestos. Y, después, ocupará sitio en el Congreso. Desde su escaño lo teledirigirá a usted – S (en pie): Ese supuesto de aritmética parlamentaria sería normal en una república. – F: Perfecto. Ya veo que se van. Mi ayudante los acompañará a la salida».
Hasta aquí la ficción, pero el martes se impuso la cruda realidad, en mi modesta opinión, “Su Majestad, eligió muerte”. Desconozco, como es lógico, lo que despacharía después con Alberto Núñez Feijoo, pero parece que se rindió ante el presimiente y, si no hay alguna carta oculta que descubra otra táctica a medio plazo, la pregunta que se me viene a la cabeza es la de cuál será el destino de nuestro Rey ¿Roma como su bisabuelo, Lisboa como su abuelo o Emiratos Árabes Unidos como su padre? Aunque como los tiempos han cambiado, tal vez Nueva York tampoco fuera un mal destino pensando en las hijas. Bien sabe Dios que me gustaría equivocarme. En cualquier caso, ¡pobre España! Y ahora, sin ficción y si tuviera la oportunidad, le haría esta pregunta: “Majestad, en una hora y veinte minutos de charla, ¿no tuvo usted tiempo para explicarle a Pedro Sánchez que no puede gobernar España con quienes la odian?”. Entonces, ¿de qué hablaron? Tal vez lo hizo y entiendo que no todo se puede contar, pero hasta donde sea posible, me parece que muchos españoles merecemos una explicación sobre la decisión tomada. ¿O es que tampoco estamos preparados para esto, como no lo estábamos “para saber la verdad” del atentado del 11-M?
Me temo que Don Felipe VI se ha cargado su gran discurso del 3 de octubre de 2017 , en el que condenaba el golpe y el independentismo, al proponer como candidato al que también lo condenaba hasta el 23 de julio pasado –¿o mentía una vez más entonces?– y se quiere apoyar en los enemigos de España tras su enésimo “cambio de opinión”, esta vez, “por un puñado de votos”, parafraseando un conocido western. Él sabrá por qué lo ha hecho y qué –o quién de su proximidad (pregunta retórica, obviamente)– le puede haber influido. Insisto, muchos ciudadanos españoles no lo entendemos.
Alguien me decía que “la monarquía está muerta”. Y lo argumentaba con “dos razones: los antimonárquicos de siempre y los monárquicos hasta hoy, muy decepcionados”. Y puedo estar bastante de acuerdo porque, si no está muerta, sí parece agonizante. A mí, particularmente, nunca me atrajo especialmente una monarquía hereditaria en pleno Siglo XXI, pero con el ejemplo de repúblicas que tuvimos en España, parecía el mal menor.
Es increíble que, en un Estado de Derecho democrático, la alternativa sea AMNISTÍA O ELECCIONES. Pero vivimos en un país con un presidente de Gobierno, hoy en funciones, con una soberbia desmedida e infinitas ansias de poder, al que no le importa el Estado ni los ciudadanos, sino, exclusivamente, su permanencia en el poder como sea. Y me empiezo a preocupar porque parece que no sólo sea soberbia y ansias de poder, ambas en cantidades desmedidas, lo que justifica ese comportamiento psicópata, narcisista y maquiavélico. Me pregunto qué «fuerza y/o argumentos» puede tener para hacer lo que le da la gana. Se salta las leyes o las hace ad hoc para sus propósitos, vía decreto, desde el control absoluto del poder legislativo; coloniza instituciones como el Tribunal Constitucional o la Fiscalía General del Estado y domina el poder ejecutivo. Es decir, se ha cargado de facto la separación de poderes y, todo, con menos escaños que ningún candidato anterior y gracias a una maldita aritmética parlamentaria que nuestro fallido sistema permite hacer, en una clara manipulación del resultado electoral y del interés general de los españoles, cada día menos y peor representados en unas Cortes absolutamente partidistas y no generales.
Así, frente a “Nunca dejaré la gobernabilidad de España en manos de los que quieren acabar con la Constitución. Y lo digo aquí, para que conste en acta”, nos encontramos ahora con que “Es lo que siempre ha defendido el partido socialista, un conflicto político debe resolverse por cauces políticos”. Y frente a “Lo que se ha cometido en Cataluña ha sido un delito de rebelión”, el bello cambiante decía, tras ser propuesto a su investidura el martes, que “Yo confiaba en los efectos beneficiosos que (el indulto) iba a tener para la convivencia en Cataluña. Hoy puedo constatar el que esa decisión fue una decisión acertada y bien tomada y en esa senda voy a seguir” –lo demostraba el asalto de vándalos independentistas que destrozaron el tenderete que había colocado la Plataforma S’ha acabat en la Universidad Autónoma de Barcelona anunciando la manifestación de apoyo a la Constitución programada para el 8 de octubre–. Para, a continuación, en su tono frailesco de no haber roto un plato en su vida, continuar campanudo con ”Hacer política, pues, efectivamente implica generosidad, implica compromiso con tu país y (sic), implica, lógicamente, liderazgo”. Y tras dar a entender su no a la autodeterminación, añadía que “el acuerdo no vale para nombrarle presidente, sino que tiene que ser para toda la legislatura”, es decir, pretende pactar investidura y presupuestos en el mismo paquete y por el mismo precio, la amnistía –y lo que venga– a golpistas, condenados e indultados o fugados, que pretenden desde 2013, con carácter retroactivo. ¿Estaríamos en otro Sólo sí es sí?
No contento con la nueva mentira, la adornaba: “No porque, no solamente no lo contemple la Constitución, sino porque es contrario a lo que yo he entendido siempre, con mi palabra y con mi acción, un referéndum de autodeterminación”. Después, con su lenguaje inclusivo característico aseguraba que “Lo que quieren los catalanes y catalanas –¿cuáles, los indepes o los constitucionalistas?– es pasar página de esa situación y provocar un reencuentro entre catalanes y catalanas –(bis) y dejó “catalanos”, las dos veces– y entre las instituciones catalanas y el conjunto de la sociedad española” –si lo sabrá él–. Y remataba con su aire
No contento con lo dicho sacaba su mejor estilo paternalista con una petición: “Lo que sí que me gustaría es proponer al Partido Popular el que podamos desterrar el insulto y la descalificación, de la conversación y de la disputa política”. Para insistir en esa línea dulce y comprensiva: “A ver, podemos discrepar sin deslegitimar al oponente” y rematar con un ruego: “Podemos mantener posiciones opuestas sin tener que perdernos el respeto”. Una “cordialidad” que “demostró” encomendando al pendenciero Oscar Puente la réplica del discurso de Feijoo para que le dijera que “Forma parte usted del PP de Galicia, esa gran familia retratada en Fariña” –puro respeto– o “Sr. Feijoo, dicen que para mentir bien hay que tener buena memoria y usted tiene la misma memoria que Dory, la pez cirujano de la película de dibujos animados Buscando a Nemo” –¿se puede pedir más cordialidad y buen tono?–.
Y ¡qué cosas deparan la “igualdad” y la “imparcialidad” de la presidentE del Congreso! La misma que tardó menos de 24 horas en fijar la fecha para la sesión de investidura del candidato propuesto por el Rey, Francina (Paquita en otros tiempos) Armengol, fiel, si no servil, a su señor, faltaría más, no tiene ahora ninguna prisa, sabedora de que su “elector” necesita tiempo para perpetrar su felonía y está dispuesta a alargar los plazos hasta el límite que la fecha de la segunda votación fallida fija para pasar a la repetición electoral en caso de nuevo fracaso de Falconeti, el cuarto de cinco intentos, si no me falla la memoria –dos en 2016, uno en 2019 y éste–. Los que decían que “Feijoo paraliza el país” lo detienen ahora para dar tiempo para la traición.
Y, cómo no, el panfleto portavoz del señor de la Moncloaca, el diario El País, abría al día siguiente con un titular engañoso en pro de la causa: “22 sentencias del Constitucional permiten encajar una amnistía” , que escribe un tal Javier Vidal Folch, el mismo que se inventó el pasado mes de Julio, pocos días antes de las elecciones generales, unas “declaraciones” de Ursula von der Leyen contra Feijoo, que la propia Comisión Europea tuvo que desmentir sobre la marcha . No he podido leerlo, porque no estoy suscrito al panfleto, pero vistos los antecedentes del autor, me puedo imaginar sus alusiones a la palabra innombrable entre las que creo que hay una sobre el Convenio del Consejo de Europa que la menciona y el TC la cita en alguna sentencia. Vamos directos al “alivio penal”. Pero sin tener en cuenta lo que escribía también en El País, Daniel Gascón: “Si los indultos fueron un perdón del Estado a los delincuentes, la amnistía significa que es el Estado el que pide perdón a los delincuentes”.
Ese mismo día, el altavoz de Moncloa, Félix “Gracita” –como lo llama Carlos Herrera– Bolaños, se hacía eco de la última palabra consigna que el jefe había dejado en su intervención del día anterior: “Generosidad es, que todas las fuerzas políticas pongan de su parte, que todas sean conscientes que tenemos que avanzar y que nuestro país tiene que ser mejor los próximos cuatro años. Generosidad es que todos, seamos conscientes de que tenemos que poner de nuestra parte para cerrar heridas, para abrir una nueva etapa y para que España esté cuatro años avanzando en lo económico, en lo social y en igualdad. Eso es “generosidad”, con el delincuente, obviamente, no con los ciudadanos a los que el Estado esquilma. Todo sea por la búsqueda de votos.
Pero nadie se atreve a pronunciar la innombrable palabra amnistía, a la que se refirió el doctor Plagio cum Fraude, sin citarla una vez más, en la rueda de prensa controlada con motivo de la inútil y costosa Cumbre de la Unión Europea celebrada estos días en Granada, sobre la que un periodista preguntó. Y esta fue la respuesta del presimiente, en la que insistió en lo dicho un par de días antes: “Si, yo sé que esa es la pregunta que se hace. Incluso me dicen por qué no se refiere a ella directamente. Estamos negociando con los distintos grupos parlamentarios. A ver, cuando el gobierno de España aprobó los indultos, yo tenía una confianza en que contribuyera a la estabilidad, a la normalización de la política en Cataluña. Hoy, tengo la certeza de que fue una buena decisión. Por tanto, estamos negociando y cuando tengamos una posición concreta al respecto, después de reunirme con todos los grupos parlamentarios –excepto con VOX, aunque sí con BILDU–, fijaremos la posición del Partido Sanchista”. Dijo Socialista Obrero Español, pero las dos primeras las abandonó hace tiempo y la tercera dudo que lo fuera nunca, salvo en el mero sentido toponímico. Por su parte, el portavoz de SUMAR, Jaume Asens, nos dejaba otra pista al anunciar que la amnistía no saldrá hasta principios de noviembre: “No se trata de hacer la amnistía que nos gusta a cada uno. Se trata de hacer una amnistía que pueda pasar el filtro del Tribunal Constitucional. Porque si ahora hacemos una amnistía donde quedemos todos muy bien, pero no pasa el filtro, no habrá servido de nada para toda la gente represaliada. La amnistía tenía un problema muy grave para ser viable y es que teníamos un TC controlado por la derecha y lo hubieran tumbado y ahora lo hemos conseguido cambiar”.
De momento, el fugado de Waterloo le ha dado el primer varapalo al candidato, después de delegar las conversaciones iniciadas por Yoli maravillas en el líder del PSC, Salvador Illa, que no se va a llegar a estrenar porque parece que no es del agrado del susodicho, por lo que ahora se rumorea que puede ser otro histórico el elegido. Nada menos que el asesor de Nicolás Maduro, el ínclito que tampoco se atrevía a pronunciar la palabra crisis en 2008 y siguientes. Sí, José Luis Rodríguez Zapatero que, si se trata de traicionar a España, seguro que lo hará muy bien.
Tengo que terminar sin poder comentar nada sobre el Mundial plurinacional del 2030, que ya veremos las sorpresas que da en la designación de sedes si seguimos con el sumiso con Marruecos al frente del desgobierno, ni sobre la citada Cumbre Europea y el repintado de los semáforos granadinos que perdieron los postes LGTBI para volver al negro universal; sobre el cambio de nombre realizado por la feminazi alcaldesa de Getafe del estadio Alfonso Pérez por decir una obviedad o sobre la nueva multa de la Junta Electoral a Sánchez por vulnerar la obligada neutralidad institucional en campaña (recordemos lo que publicaba el diario ABC en Julio que nadie reclama), pero no me resisto a recoger el chiste de Nieto en ABC, que resume perfectamente la situación en España con esta banda en el consejo de ministros: Una rata le dice a otra: “Yo ya no salgo a la calle. No sé qué me da más miedo, ser víctima de un delito que deje de ser delito o perpetrar yo sin querer un delito nuevo”. Pues eso.
Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.