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Disparaporte

Aún no es el día de los Inocentes, aunque, por el frío, pudiera parecerlo.

Releía divertido Nadie pase sin hablar con el portero, por Mariano José de Larra, que versa sobre salvoconductos decimonónicos. En esa humorada, se me iba el pensamiento a la CAV, Cataluña o Galicia, que el nacionalismo paleto se esconde bajo variadas siglas. Y que siempre tiene nostalgia de las interiores aduanas de antaño no es ningún secreto. Parece mentira con lo abiertos que están, por el contrario, a las verduras marroquíes, las naranjas sudafricanas o las manufacturas chinas.

En ese punto, me encuentro con que el gobierno, independentista y rebelde, de Aragonés, pide (quizá más idóneo “exige”) a Sánchez que sus medidas anticovid se apliquen a toda España. Estupefacción.

Al poco, el portavoz de la coalición gubernamental manifiesta que suspender la cuarentena, de las personas vacunadas que hayan tenido contacto con un positivo por covid, es una burrada. Estoy de acuerdo. En efecto, esa medida sería promover contagios a tope. En cambio a la tarde, el mismo gobierno aprueba esa medida que reputaba horrible por la mañana. Leo que había dado positivo más de cincuenta diputados. Me explico el cambio: todo el gobierno, sus apoyos bildutarras, de ERC y demás han tenido contacto con positivos. El texto me añade que ese pasaporte covid que (excepto VOX) todos los grupos apoyan se imponga al pueblo, se niegan a que se les aplique a ellos. Mira tú, como el histrión bocachancla de Revilla: se fuman un puro con sus propias normas. Eso es inmunidad, lo demás cuento.

Y en este asunto no les faltaría razón para que no se aplicase en parte alguna. Porque todos los estudios, hace mucho, concluyeron que una persona con pasaporte puede contagiar y padecer. Encima, teniendo acceso a más sitios y menos restricciones viajeras, sería el vector, hablemos con propiedad, perfecto.

La semana pasada la OMS concluyó que el hecho de que Europa y Estados Unidos sean el epicentro mundial de la pandemia es consecuencia de “la falsa sensación de seguridad transmitida por la vacunación” (sic). Igualmente divulgada por algunos bustos parlantes, más publicistas que otra cosa. Ellos dado el micro estos días a los capos de Moderna y Pfizer, comercializadores de los dos fármacos supervivientes, a fin de informar con testimonios ajenos a intereses comerciales. A la par que accionistas filantrópicos de los grandes grupos de comunicación.

Sigamos, que estas 24 horas han dado más tela. La Comisión Europea decide que, “como a los seis meses la protección de la vacuna ha caído, la credencial tendrá una validez de NUEVE (sic)”. Y eso hablando de autoprotección, no sobre la posibilidad de difundir la pandemia, que existe desde el minuto uno.

Más vale que esa norma ya es papel mojado para un montón de naciones, que no consideran suficiente el documento para entrar en sus territorios, sea de tres, o de cuatro pinchazos como Israel. Así, EE.UU., Portugal, Italia, Grecia, Reino Unido y muchos más ven peligroso admitirlo.

Yendo cuando los demás vienen, el gallinero, buena parte de él, no lee o les da igual. Y, desde luego, de imaginación carecen. Aparte de ignorar a Newton y la lógica. Un cuerpo permanecerá etc.…

Si no cambias ninguna de las variables obtendrás siempre el mismo resultado. Y en ello siguen Ximo, Chivite o Moreno Bonilla, además de los antedichos. Cacareando “pasaporte, pasaporte”, contra la Ciencia, la OMS y el sentido común. Así que la epidemia se encuentra disparada, como no podía ser de otra manera; los sanitarios exhaustos y hasta las narices (sobrecarga de enfermos covid, vacunación, test…); los pacientes del resto de patologías sin poder ser atendidos…

Gracias a Dios, los virus se acaban adaptando para convivir con sus huéspedes, y bajan su agresividad. Lo que, sumado a que es imposible morir dos veces (la primera barrida fue tremenda); o que Roche anuncia que, por fin, dispondrá de herramienta para diferenciar gripe de covid, se va maquillando la contabilidad.

Por si fuera poco, en horas vespertinas escucho al consejero de sanidad del gobierno vasco insistir en que “el pasaporte nada tiene que ver con la sanidad…; repito, nada tiene que ver la exigencia del pasaporte con la sanidad” (sic). Y me doy cuenta que Oscar Terol Goicoechea, además de genial humorista, tiene mucho de vidente; o quizá conoce bien el paño.

No me cabe ninguna duda que los más altos tribunales tumbarán ese certificado para contagiar, por anticonstitucional y discriminatorio. Eso sí, como con los estados de alarma, tarde y sin otra consecuencia que la anulación de multas ilegales.

En tanto, lo escribió con ironía Larra, Nadie pase sin hablar con el portero. No es el día en que se conmemora la Matanza de los Inocentes, pero como si lo fuera.

Jesús Javier Corpas Mauleón, escritor

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