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La jornada escolar, un problema para los padres

La semana pasada el consejero de Educación del Gobierno de Navarra hizo públicas algunas de las líneas maestras que tenían en mente los responsables del Departamento para organizar el próximo curso escolar 2021-2022. De forma muy resumida se vino a trasladar a la opinión pública que el curso escolar comenzaría como se ha desarrollado este año, es decir, todos los centros en jornada continua, aunque si durante el curso la situación pandémica lo permite, desde el Departamento se podría acordar el retorno inmediato a la situación de normalidad, es decir, la situación de jornada que cada centro tuviese antes del inicio de la pandemia. Las ideas comunicadas por el consejero de Educación, a mi entender, vienen a trasladar una idea que prácticamente todos anhelamos, la vuelta a la normalidad, a la situación anterior a la irrupción del covid-19 en nuestras vidas. En un primer momento esa eventual vuelta a la normalidad me alegró, pero una vez reposada la idea, me di cuenta que una ejecución de una vuelta a la normalidad a mitad de curso podría plantear muchos problemas.

Pensando me di cuenta que cambiar la jornada continua a jornada partida en mitad del curso escolar podría provocar desajustes y problemas de organización para muchas familias, ya que lo habitual es que los padres nos organizamos en función de horarios de los hijos a los que tenemos que atender. Esto supone de manera directa que intentamos adecuar nuestra labor profesional al tipo de jornada escolar de nuestros hijos. Muchas veces, por no decir la mayoría, esto no es fácil. La manida conciliación de la vida laboral y familiar es un quebradero de cabeza para los ciudadanos desde hace décadas y la solución a este problema aún no se ha encontrado.

Pero esto no es lo único que me vino a la cabeza pensando en un eventual cambio de jornada escolar a mitad de curso. Otro gran problema que se me planteaba era el de las actividades extraescolares a las que acuden muchos de nuestros hijos. Pensaba en todos esos alumnos que acuden a conservatorios, escuelas de música, escuelas oficiales de idiomas… en multitud de ocasiones tenemos que optar entre obtener una plaza para un curso en este tipo de centros, a cambio de aceptar uno u otro horario. Si empezamos el curso escolar en jornada continua puede que decidamos matricular a nuestro hijos en música, en un idioma, una actividad deportiva u otra disciplina… y que para ello tengamos que aceptar hacerlo en un horario viable con el escenario de inicio de curso pero si, a mitad del mismo, por regresar a una eventual situación de normalidad podríamos ver cómo nuestros hijos se ven obligados a dejar esas actividades, con lo que ello conlleva, y con esto me refiero a dejar un curso a medias, perder las tasas y matrículas abonadas por el mismo, además del trastorno que ello comportaría a los niños y a los padres. En definitiva, un desperdicio de recursos, y en muchas ocasiones de recursos, públicos, que podría evitarse de una manera muy simple. Esta cuestión se la planteé a diferentes amigos y compañeros que tienen hijos en edad escolar, y todos coincidimos en lo que lo mejor sería que el curso escolar 2021-2022 se terminase con la misma jornada con la que hubiese comenzado, dado que bastantes alteraciones hemos sufrido desde el inicio de la pandemia para añadir alguna más.

Por todo ello, y aprovechando que soy miembro del grupo covid del centro escolar al que acuden mis hijos, el colegio Calasanz de Pamplona, además de ser representante de padres y madres en el consejo escolar de Infantil y Primaria de este mismo centro, di traslado de mi inquietud a la dirección del centro. Mi sorpresa vino cuando el director me trasladó que el centro no podía decidir a propósito de terminar el curso escolar con la misma jornada con la que se iba a iniciar, ya que no había competencia exclusiva por parte del colegio para adoptar tal decisión. Era una cuestión de competencia exclusiva del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra. Tras ello intenté profundizar un poco más en el tema, y, efectivamente, vi que los reglamentos que regulan la jornada escolar en Navarra no reflejaban ni preveían este tipo de situaciones, por lo que me puse en contacto telefónico con la Sección de Ordenación Académica del Departamento. Les expuse el problema ante el que nos encontrábamos, con el fin de que se planteasen la posibilidad de dictar un reglamento que facultase a los centros escolares para poder terminar el curso escolar con el mismo tipo de jornada con el que se iba a iniciar, siempre con dos ideas maestras, por un lado la de no perjudicar a los alumnos, y por otro lado el de favorecer de la mejor manera la conciliación laboral y familiar de los padres. En principio, la acogida de la idea por parte del responsable fue buena. Me pidió que le hiciese llegar mi propuesta por escrito a fin de poder darle traslado al consejero de Educación, y que una vez analizada, en las próximas fechas, se pudiese ponderar recogerla en las normas reglamentarias que dictaría dicha autoridad educativa. Me puse manos a la obra y le envié a la dirección de correo electrónico del Departamento que se me indicó.

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